El jefe de sección de Patrimonio Arbóreo del Ayuntamiento de Valencia, Santiago Uribarrena, salió ayer al paso de las críticas vertidas hacia el consistorio por la caída de ramas de árboles y palmeras durante la clausura del XVI Congreso Nacional de Arboricultura y explicó que en la ciudad el bosque urbano «debería ser un cisne y viven como ratas». Hizo así referencia al estado de muchos de los ejemplares de la ciudad, en ocasiones en alcorques «en un suelo desestructurado» y propuso toda una batería de medidas para controlar el estado de los árboles de la ciudad.

Uribarrena desgranó toda una batería de posibles acciones que llevar a cabo para evitar caídas. «Estudiaremos las especies frágiles, redactaremos procedimientos y diseñaremos estrategias de análisis y revisiones continuas», explicó Uribarrena, que destacó que el consistorio elabora «fichas visuales» que permiten al servicio de Jardines «ordenar» el bosque urbano. Además, el técnico municipal apeló al empleo de instrumentos «para conocer el estado del árbol» y a la creación de convenios de colaboración con la Universitat de València y con la Universitat Politécnica de València para vigilar el arbolado urbano. Pero la medida más destacada de todas las que propuso ayer Uribarrena es «replantar el bosque urbano para que los árboles tengan, al menos, un siglo de vida».

El técnico municipal, que conoce como pocos el estado de los árboles de la ciudad, destacó que muchos de estos ejemplares, plantados hace varios años, lo hicieron sobre suelos «desestructurados». «Si no tenemos en cuenta el suelo....», explicó Uribarrena: «Clavamos o atornillamos árboles a suelos en muy mal estado».

Además, otros expertos en arboricultura plantearon ayer la posibilidad de extrapolar a España una experiencia realizada en Londres por la que los ciudadanos son los responsables del cuidado de los árboles de sus barrios. Se trataría de conseguir un arbolado sostenible económicamente, con el presupuesto necesario para cubrir sus gastos; medioambientalmente, con la elección correcta y adecuada de los ejemplares, y socialmente, en el que el ciudadano participa y demuestra cuál es la ciudad que quiere.

Así lo explicó ayer el presidente de la Asociación Española de Arboricultura (AEA), Jacobo Llorens, uno de los organizadores del congreso. «Lo tendría que iniciar una asociación participativa y luego exportarlo a otros barrios», señaló Llorens, que instó a los políticos a pensar más a largo plazo sobre «qué ciudad quieren, qué ciudad le piden sus ciudadanos y qué quieren que haga las administraciones para ejecutarlo». El presidente del Congreso y profesor de Ecosistemas Agroforestales de la UPV, Rafael Laborda, incidió en que la experiencia de Londres habría que hacerla «con una transición» para adaptarla a nuestro clima, suelo, actividades y sociedad.