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Mitad bar, mitad espacio cultural

El fénix cultural del barrio del Pilar

Además de tartas caseras, Rivendel se ha hecho hueco en la escena cultural con ciclos de cine mudo con música en directo, concursos o clases de idiomas

El fénix cultural del barrio del Pilar

Cuando la biblioteca pública de la calle del Hospital decidió cerrar la entrada que tiende a esa calle, muchos auguraron el cierre de Rivendel, situado justo frente al arco de entrada de la biblioteca. Pero el local, que hasta el momento era el más visitado por los estudiantes que descansaban de largas sesiones de memorización tras 11 años en el barrio, se reinventó y con el paso del tiempo no sólo ha sobrevivido al cierre de la entrada, sino que ha conseguido hacerse un hueco en la siempre complicada escena de ocio del centro de la ciudad y ya es un referente cultural en pleno corazón del barrio del Pilar. Como un fénix renacido, o casi, de sus cenizas de la mano de la familia Rey Matesanz, que llevan las riendas del local desde hace aproximadamente cinco años.

Aprovechándose de una localización envidiable en plena zona de sol y sombra en una de las calles peatonales con más tráfico de la ciudad „une Barón de Cárcer y Guillem de Castro„, Rivendel es lo que su nombre, la ciudad élfica más importante de la Tierra Media, evoca: un refugio para viajeros, urbanos en este caso, cansados.

Al más puro estilo «ruzafeño», este local, que es tanto bar como restaurante, se ha hecho hueco en la escena cultural de la ciudad. Lo ha hecho gracias a lo que es su plato fuerte: los ciclos de cine mudo. Se celebran los sábados por la tarde y cuentan con banda sonora original tocada en directo por músicos locales en el mismo establecimiento. El próximo ciclo tendrá lugar el próximo 6 de diciembre, comenzará a las 20 horas y contará con películas de Buster Keaton, Chaplin o Harold Lloyd. Los días 20 y 27 de diciembre también habrá ciclos de cine mudo. La semana que viene habrá un concurso de preguntas de Juego de Tronos y todas las semanas hay clases de inglés.

El cine clásico, además, encaja a la perfección en la idiosincrasia del local. Subido a la ola de lo antiguo y del auge de la iconografía de principios de siglo XX, Rivendel está cuidado hasta el último detalle. Precisamente es ese amor por no dejar cabos sueltos el que permite que las tartas caseras se agoten todos los días o que conseguir un sitio en la terraza del Rivendel sea prácticamente misión imposible: siempre está ocupada por jóvenes en la veintena o la treintena, público objetivo de Rivendel.

El local es familiar. Regentado por Mercedes (la madre, es cocinera), Martín y Julia (hijos, son diseñador gráfico y socióloga), Rivedel es «mitad bar, mitad contenedor cultural», explica Julia, que señala que es precisamente ese papel como espacio de ocio lo que más les llena.

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