Cada año por estas fechas se detecta una mayor presencia de roedores en la ciudad que, sin embargo, no obedece a un incremento de su número sino precisamente al control de sus poblaciones. Factores como la llegada del frío, el dispositivo genético de las camadas y el efecto de los raticidas son los que hacen que las ratas por esta época se dejen ver más.

Según fuentes autorizadas, durante todo el año la Concejalía de Sanidad, a través de la contrata de plagas (Lokimica), realiza un control preciso de las plagas de ratas. De forma metódica diez brigadas se encargan de controlar las poblaciones que geográficamente tienen localizadas, pero además atienden los avisos que llegan de los ciudadanos y actúan según la casuística.

En la actualidad, de hecho, Valencia está diez veces por debajo del admitido en número de avisos y siete veces por debajo de lo recomendable en poblaciones. Hay menos incluso de las que es bueno que existan, pues las ratas cumplen funciones beneficiosas como la limpieza de residuos y, al ser roedores, de posibles obstáculos en las tuberías, explicaron las fuentes.

Entonces ¿qué pasa por estas fechas que en todos sitios parece que hay ratas? Pues tiene una explicación natural y una artificial. La natural es que las ratas hibernan y antes de que llegue el frío se mueven más para buscar comida y hacer acopio de calorías. Este año el frío se ha retrasado y por tanto esos movimientos pueden ir más allá de los habituales meses de octubre y noviembre.

Ocurre, así mismo, que un 20% de las camadas, por predisposición genética, abandonan el nido y buscan nuevos territorios, lo que genera también un movimiento intenso de roedores, en este caso en más momentos del año.

Y finalmente hay una cuestión artificial que las hace más visibles. Según las fuentes, cuando se producen esos movimientos, los roedores se encuentran con los cebaderos y las trampas que colocan los técnicos, ingiriendo un veneno que tiene un retardo de cinco días en su efecto para evitar que identifiquen el origen y lo desprecien. Durante esos días, las ratas están narcotizadas y además, por efecto del veneno, tienen más sed, lo que les hace salir al exterior por atontamiento o en busca de agua, por ejemplo, cuando se riegan las calles.

En definitiva, es un momento de avistar ratas, pero no de preocuparse en demasía, aseguran los especialistas.