La seguridad es lo primero. Esa es la máxima que persigue la Catedral de Valencia en cuanto al volteo de campanas se refiere. Por ello, tras el desplome de una campana del Micalet el día de Navidad „la denominada «el Jaume» „ la asociación de Campaners de la Catedral encargó un informe a un ingeniero industrial, a petición del Cabildo, para que determinara los motivos que originaron la rotura del eje y el desprendimiento de la segunda campana más pesada del Micalet. El objetivo del informe era saber qué había ocurrido, para que no volviera a ocurrir. Por ello, tras las conclusiones del estudio preliminar, la maquinaria ya se ha puesto en marcha.

Las primeras conclusiones no dejan lugar a dudas y aseguran que la campana se desprendió por una rotura del eje debido a la «fatiga de material». Sin embargo, no es que «el Jaume» tuviera un eje particular, diferente al resto. De hecho, seis de las once campanas del Micalet (incluida «el Jaume») tienen el mismo tipo de estructura que fue colocado, en todos los casos, en 1992.

De esta forma, la Catedral de Valencia ha decidido que los técnicos pertinentes revisen el eje de estas cinco campanas „concretamente, las denominadas «Úrsula», «Violante», «Vicente», «Andrés» y «Bárbara»„ para que determinen si el eje de estas piezas debe ser restaurado o sustituido ya que el objetivo principal es que no se vuelva a repetir jamás un accidente como el que ocurrió con «el Jaume». El estudio de las piezas obliga a «cerrar al público la sala de campanas del Micalet por necesidades de restauración», apuntaron ayer fuentes del arzobispado. La sala volverá a estar abierta al público cuando los estudios estén realizados y se adopten las medidas que determinen los informes.

Yugos de hierro por madera

Las campanas del Micalet han contado con un «mantenimiento preciso» durante todos estos años que ha supuesto una inversión de más de 120.000 euros recibidos de varias fuentes de financiación, donde se incluyen las subvenciones concedidas por la Generalitat y por el ayuntamiento para tal fin, según han asegurado fuentes del arzobispado en varias ocasiones.

Entre los trabajos más importantes destaca la restauración que se hizo en 1992, cuando se suprimieron los seis yugos de hierro de las campanas mecanizadas, que fueron sustituidos por los correspondientes yugos de madera que ahora se van a revisar con detenimiento. Además, se repusieron las ventanas de madera que hacen de caja acústica, así como las matracas; también se puso la tarima de tocar a otra altura más segura para los campaneros y que permite además ver mejor su trabajo. Los trabajos finalizaron con una nueva instalación eléctrica y nuevas rejas que permiten contemplar el interior de las salas aunque estén cerradas.