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La Valencia de ayer

Cuando los leones corrían por la Gran Vía

Hace 92 años, un felino que se había escapado de un gran circo francés sembró el pánico en Marqués del Turia y Russafa

Cuando los leones corrían por la Gran Vía

«¡Hay quien a estas horas aún le dura el susto!». Así cerraba El Mercantil Valenciano, la cabecera histórica de Levante-EMV, la crónica de sucesos en la que, bajo el titular La comida de las fieras, recogía el viernes 23 de febrero de 1923 la excursión del día anterior por la gran vía Marqués del Turia y la calle Russafa de Saida, uno de los seis leones y tigres del Circo Palisse con los que se encerraba cada día en doble sesión el domador Monsieur Bendix. El felino aprovechó un descuido mientras limpiaban su jaula para escapar del enorme circo galo que con un aforo para 3.200 personas era quizás el más grande que había recalado hasta entonces en la ciudad.

El rotativo cuenta que los transeúntes que circulaban por la Gran Vía y la calle Russafa, «a la sola presencia de la fiera, huían despavoridos en todas direcciones, dando desaforados gritos y parapetándose en los sitios más próximos y que más seguridad podía ofrecer para liberarse de la voracidad del terrible animal».

Añade que la leona, que fue espantada a tiros por un guardia, «penetró en una carnicería y se tragó con ligereza unos trozos de carne, hasta que, acorralada por unos cuantos hombres, se metió en un portal de la calle de Corset [la actual Dénia], en donde quedó encerrada».

El fin de la huida de Saida fue todo un espectáculo. Cientos de personas siguieron las maniobras de los empleados del Palisse, que para encerrar a la leona utilizaron una jaula arrastrada por uno de los cinco elefantes del circo. El periódico llegó a especular si la rocambolesca fuga y captura de la leona fue una estrategia de Mr. Palisse, el propietario del circo, para atraer más público a su carpa. Lo cierto es que cuatro días después, el domingo 25, con tres funciones que fueron todo un éxito, el Palisse se despidió de Valencia rumbo a Alcoi y luego a Alicante.

El Palisse fue uno de los grandes circos europeos que, debido a la carestía que se vivía en Francia y Alemania tras la I Guerra Mundial, cruzaron los Pirineos. Esta de 1923 fue su primera gira por España, a la que seguiría otra al año siguiente.

Se desplazaba en cien vagones

Su gran carpa era una estructura de madera de 36 metros de diámetro con 3.2000 asientos que se cubría con lonas. Fabricada en 1911 el Palisse la utilizó durante más de 30 años. El circo, en el que vivían 114 personas y viajaba en un centenar de vagones, además de los leones, tigres y elefantes, contaba con 30 osos polares y pardos que antes de las funciones se exhibían en un parque de fieras al que costaba media peseta entrar.

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