Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La Valencia de ayer

Ricardo Samper, el presidente olvidado

El único valenciano que ha presidido el Gobierno de España tiene dedicada una calle solo como 'diputado'

Ricardo Samper.

Cuando era tan solo un niño aseguraba, con decisión, que de mayor sería ministro. Y lo fue. De hecho fue muchas cosas. Abogado, concejal, alcalde, diputado, ministro y presidente del Gobierno. Ahí es nada. Se trata de Ricardo Samper, para muchos, el gran olvidado de Valencia. Sobre todo si se tiene en cuenta que el ayuntamiento le dedicó una calle en Marxalenes donde, a pesar de ser el único valenciano que ha sido designado jefe de Estado, aparece rotulada como calle Diputado Ricardo Samper. Ahí acaban los honores de la ciudad, a excepción de la designación como hijo predilecto.

A la lucha de su nieta, Elena Enguix Samper, por mantener viva su memoria se suma ahora el grupo municipal Compromís que ha presentado una moción para que cambien la rotulación de la calle dedicada a este ilustre valenciano „y el ayuntamiento sustituya la denominación de diputado por la de presidente„ en aras de «dignificar» la figura de quien fuera alcalde de la ciudad y presidente de la II República.

Hablar de Ricardo Samper es hablar de superación personal. Nunca tenía bastante. Nunca daba puntada sin hilo. De origen humilde „su padre era ebanista„ quedó huérfano muy joven y tuvo que aprender desde bien pequeño que nadie le iba a regalar nada. Con 12 años trabajaba de escribiente, mientras se formaba en la Escuela de Artesanos. Se sacó la carrera de derecho estudiando de noche en la buhardilla de su casa, alumbrando sus apuntes con una vela. Empezó desde abajo y llegó muy alto, pero murió en el exilio, enfermo y arruinado. Cuando estalló la Guerra Civil salió del país a duras penas y acabó en Suiza, donde su hijo tuvo que costear las gastos de su estancia y enfermedad en el sanatorio suizo de Belvédère en Leysin.

Ricardo Samper dedicó toda su vida a la política y ostentó diversos cargos. Concejal (1911), alcalde de Valencia (entre los años 1920 y 1923), diputado en las Cortes (en 1931 por el Partido Radical Republicano), ministro de Trabajo, Industria y Estado (1933) y presidente del Gobierno en la II República, entre abril y octubre de 1934. Sin embargo, Samper era una hombre activo y en 1930 cumplió otro de sus sueños: ser presidente del Ateneo Mercantil, del que era socio. Eso sí, no se limitó a ostentar un cargo durante seis años y calentar una silla. El abogado construyó el edificio en el que hoy en día está el Ateneo. No fue tarea fácil. Sin embargo, gracias a sus conocimientos como letrado consiguió tanto los locales como el préstamos necesario para levantar el edificio. Ahora bien, la reforma urbanística del entorno del ayuntamiento supuso la expropiación de 63 metros cuadrados del solar previsto para el Ateneo Mercantil y la reorganización de un proyecto que, finalmente, tuvo un coste de 2,4 millones de pesetas y ocupó una extensión de 1.100 metros cuadrados.

La nieta de Samper está convencida de que Valencia «no ha hecho justicia» con su abuelo. Así lo asegurado en diversas ocasiones tras defender que Ricardo Samper trabajó por y para esta ciudad hasta dejarse la piel. De hecho, Elena Enguix enumera en un libro sobre su abuelo, como logros constatables, el cambio de pavimentación de la ciudad, la defensa de la propiedad municipal de la Devesa del Saler, la ampliación y mejora del ferrocarril entre Valencia y Madrid y el espaldarazo que dio a la línea marítima que enlazaba Valencia con Palma de Mallorca, así como su protagonismo como impulsor de la Confederación Hidrográfica del Júcar o la creación de la Zona Franca del puerto. Como curiosidad, Enguix destaca la decisión de su abuelo de salvar el artesonado de la sala Daurada del antiguo Ayuntamiento „que se iba a vender para leña„ para colocarlo en La Lonja. Por todo ello, su nieta y ahora Compromís, piden la ciudad «dignifique» su figura.

Compartir el artículo

stats