La regla es ir contra las reglas cuando no se puede conseguir de otro modo un resultado feliz». El arte de la prudencia. Baltasar Gracián. Esta reflexión del jesuíta, a mediados del siglo XVII, podría servirnos de referencia para adivinar cómo lograr una solución satisfactoria y beneficiosa para el barrio del Cabanyal-Canyamelar. Ante situaciones de conflicto que se prolongan en el tiempo, es aconsejable la adopción de decisiones prudentes, prácticas, a la vez que atrevidas, capaces de resolverlas.

Cuando se declaró BIC a la singular trama reticular que caracteriza al Cabanyal, en 1993, se desconocía el devenir de este barrio tradicional de València. Desde entonces, transcurridos más de 20 años, no deja de sorprender cuál es el actual escenario del barrio, en donde se ha asentado un conflicto politizado y judicializado, a raíz del PEPRI Cabanyal-Canyamelar (1998-2001) y la suspensión del Plan por el Ministerio de Cultura (2009). No somos juristas. Pero como ciudadanos nos preocupan las consecuencias que para los vecinos y las vecinas han tenido este proceso que se alarga más de dos décadas. Y desde la Universitat de València, institución pública comprometida con su entorno territorial, mostramos nuestro interés en conocer la situación real del barrio y apuntar las posibles alternativas que puedan facilitar su desarrollo.

La Universitat de València decidió a través de su Consejo de Gobierno la elaboración de un informe de perfil multidisciplinar que permitiese la identificación y el conocimiento de la situación del barrio. Un colectivo integrado por especialistas de diversas disciplinas, como la economía local, la historia del arte, la sociología, la geografía, los servicios públicos, el derecho o el patrimonio cultural, abordaron un análisis plural y global (*). Y participativo, pues se contó con la implicación de colectivos sociales del barrio, como son las asociaciones de vecinos, las de empresarios, las de carácter cultural, o de perfil reivindicativo; así como la colaboración de los portavoces de los partidos políticos con representación en el consistorio municipal.

El Cabanyal-Canyamelar es un barrio tradicional, que forma parte de los Poblados Marítimos, que contaba con unas doscientas barracas en el siglo XVIII, y que tras el incendio de 1796 fue adquiriendo una planta urbanística ortogonal, reticular, hoy una singularidad espacial. Cuenta con una localización privilegiada, en el frente marítimo de la ciudad, próximo al puerto de València y a las dos universidades públicas ubicadas en la Avinguda dels Tarongers, la Universitat de València y la Universidad Politécnica. Se trata de un barrio activo socialmente, con un alto nivel de participación y asociacionismo. Es reconocida la actividad de agrupaciones musicales, colectivos relacionados con la Semana Santa Marinera, asociaciones vecinales, plataformas reivindicativas, colectivos empresariales, asociaciones falleras, etc., que le proporcionan un contrastado dinamismo social.

Los autores del informe entendemos que los problemas del Cabanyal-Canyamelar no se limitan, no se circunscriben, al ámbito urbanístico. Si bien son los más conocidos. El barrio está experimentando en las últimas décadas unas profundas transformaciones sociales, que desdibujan su situación de antaño. Problemas relacionados con la terciarización de su población activa (más del 75%), con el proceso de envejecimiento, con la pérdida de población (en los últimos cuarenta años ha disminuido un tercio), con la aparición de bolsas de inmigrantes de diversas nacionalidades y etnias, y el consiguiente proceso de «guettización» de parte de él. Además se ha asentado un sentimiento de incertidumbre y de desarraigo entre la población residente. El barrio pues padece una ralentización económica, como consecuencia de la regresión de actividades tradicionales y los problemas específicos del sector comercial, así como una fractura social, derivada de la desaparición de actividades de antaño y de las posturas antagónicas creadas bajo el amparo de la prolongación del Paseo al Mar. Se suceden actitudes que defienden la modernidad, las oportunidades de negocio con la prolongación, de otras que la relacionan con el origen de las ocupaciones ilegales de numerosas viviendas deshabitadas o los derribos de construcciones. El paisaje y el paisanaje urbanos se han visto degradados. La imagen actual se aleja de aquella idílica de un barrio tradicional marinero. La degradación paisajística ha ido ganando terreno al barrio. La imposibilidad de otorgar cualquier tipo de licencia no sólo en la zona PEPRI (1999) sino también en la BIC (1993), contribuye a esa sensación de paralización progresiva del barrio.

Con todo, la imagen del barrio Cabanyal-Canyamelar se ha visto profundamente deteriorada; situación que ha desembocado en un atractivo depreciado y en repercusiones negativas tanto económicas como sociales para él. ¿Qué necesita el barrio para su recuperación? ¿Qué se debería hacer para restituir su imagen de barrio atractivo? Las acciones necesarias para su «rehabilitación territorial», es decir, para su recuperación física (urbanística), económica (diversos sectores) y social (fomento de la ciudadanía), requieren un planteamiento integral, participativo, coherente y resolutivo. Y voluntad por parte de la totalidad de los actores que participan en la actividad social del barrio.

La recuperación real del Cabanyal-Canyamelar, como la de cualquier otro barrio con similares debilidades y amenazas, precisa de un enfoque pluridisciplinar, basado en la colaboración de todos los actores (económicos, políticos, sociales, culturales, académicos€) que interactúan en el barrio, en el consenso, en el sentido común (de manera que no se puede dilatar más en el tiempo y los beneficiarios deberían ser los vecinos y vecinas del barrio), y en la actitud resolutiva, de manera que se supere la actual paralización de la resolución del problema del Cabanyal-Canyamelar.

El plan diseñado por los especialistas de la Universitat de València aboga por una batería de acciones necesarias y realizables destinadas a la rehabilitación integral del barrio. Entre esas acciones se recoge la elaboración y la aprobación de un Plan Integral Socioeconómico; la rehabilitación arquitectónica y paisajística del barrio; el acondicionamiento social de las viviendas (evitando las ocupaciones ilegales y promoviendo programas de rejuvenecimiento social); la reactivación de actividades económicas como el comercio, el turismo, los servicios profesionales y la construcción (en concreto la rehabilitación de viviendas); el programa de residencias universitarias extensivas que pretende el desarrollo de una iniciativa que aúne los esfuerzos de la corporación municipal, los empresarios locales, las universidades públicas y los ciudadanos; el programa de reactivación cultural, respuesta a la actividad presente y futura de colectivos y asociaciones locales; las acciones dirigidas a la sensibilización, la concienciación y la recuperación de la imagen del Cabanyal-Canyamelar, como un barrio tradicional con una historia singular, que facilite el sentimiento (y el orgullo) de pertenencia a él; y finalmente un programa que incentive la convivencia y la colaboración entre ciudadanos y entre colectivos sociales, que permita la recomposición de la paz social del barrio.

Son tiempos del uso de la razón, del sentido común, de la prudencia, de anteponer los intereses de los ciudadanos a los de otros colectivos, de buscar pactos políticos eficaces y resolutivos, que no pretendan el reconocimiento ni de vencedores ni de vencidos. Son tiempos de ser innovadores en los objetivos, en las formas de hacer las cosas y en los resultados. Son tiempos de participación real, de colaboración y de compromiso de las instituciones y asociaciones valencianas por resolver sus problemas territoriales. Son tiempos de conocer la realidad económica, medioambiental, cultural y social de un barrio singular de València. Es el momento del Cabanyal-Canyamelar.

(*) En el informe del Cabanyal-Canyamelar de la Universitat de València participaron Salvador Montesinos, Elena Grau, Luis Arciniega, Josep Vicent Boira, Julia Salom, Víctor Tello, Ignasi Lema y Jorge Hermosilla (coord.).