De un tiempo a esta parte, la tradición de la cocina étnica se ha sumado a la comida rápida, lavando la cara al sector del «fast food». La reina de esta nueva tendencia en la hostelería de la ciudad es la pizza, que ya se comercializaba en porciones individuales desde hace varios años, pero ahora la comida asiática amenaza su hegemonía. Parte de la culpa la tiene Little Thai, un restaurante que ya tiene dos locales en la ciudad „uno en la calle Ontinyent, junto a Abastos, y otro en Pedro III el Grande en Russafa„ y que en poco más de un año cuenta con clientela fiel.
El modelo es sencillo y, quizá por eso, efectivo. El cliente elige una base para el plato: arroz, fideos, tallarines o verduras salteadas. Luego puede añadir decenas de ingredientes, entre pollo, ternera o cerdo pero también champiñones, cacahuetes o piña. Elige la salsa (de ostras, de marisco, de curry, de pimiento, agridulce, «teriyaki»...) y, adicionalmente, un «topping»: cebolla frita, sésamo blanco o sésamo negro. La carta también ofrece distintos tipos de sopas. Podría parecer una carta reducida, pero en realidad hay miles de posibilidades.
Ambos locales tienen una imagen muy determinada. El amarillo predomina, lo que evoca, con cierto humor y sorna, a la Asia desde la que llegan tanto la cocina como los cocineros. Los clientes pueden ver en directo, como es tradición en otros restaurantes parecidos, la preparación de los platos: un par de vueltas a la sartén y listo. Fácil y rápido. Ambos locales cuentan con una clientela fiel que acude regularmente a los restaurantes. Además, se puede pedir a domicilio por un euro más.
