Tras reiteradas protestas por parte de la Asociación de Vecinos del barrio de Ciutat Jardí referentes al botellón, el Ayuntamiento de Valencia está cercando con una valla fija el perímetro del jardín de la plaza del Cedro con la intención de cerrarlo por las noches. Sin embargo, esta medida, acogida de buen grado por los vecinos de la asociación, no se ve como una auténtica solución por parte de otros.

«Habría que contar con la opinión de los jóvenes. Es necesario crear un espacio de diálogo en el que todos los agentes participen», explica el sociólogo Gustau Pérez, experto en participación ciudadana. «Una acción de esta envergadura no puede excluir la voz de los principales afectados», añade. Según Pérez, «no se puede oir solo a la asociación de vecinos», porque a día de hoy hay muchos más colectivos y agrupaciones que representan a los residentes de los barrios.

«Solo involucrando a todos en el proceso se podrían consensuar medidas menos drásticas, posiblemente más económicas y con las que todos se pudieran sentir más o menos cómodos. Eso derivaría también en un mayor grado de cumplimiento», señala. «El problema no se soluciona con un cerramiento, porque el botellón se trasladará a las calles adyacentes», augura este experto.

De hecho, esto es lo que temen algunos de los vecinos. «Hace un año que la policía local aparca en el centro de la plaza y lo que hace la gente es dispersarse por otras calles del barrio», aseguran algunos de los residentes consultados. Sin embargo, otros aplauden la medida. «Estoy contento con la medida aunque hayamos tenido que esperar hasta elecciones para que la pongan en marcha. Había que hacer algo porque a partir de los jueves y sobre todo en verano, es casi imposible descansar con las ventanas abiertas», declara otro de los residentes en la zona. Desde la asociación se quiere impulsar que la plaza sea declarada como Zona Acústicamente Saturada (ZAS).

Los peligros de cerrar el jardín

Otro de los temores de los vecinos que no ven del todo claro el cerramiento del jardín es la posibilidad de que se convierta en un enclave resguardado para personas drogodependientes y con problemas con el alcohol. «No quieren a los borrachos de noche pero los tendrán de día, en un parque donde mayores y niños se reúnen a diario», lamentan los residentes, algunos de los cuales señalan que la asociación de vecinos no debe ser la única interlocutora «porque no representa a todo el barrio».

«Para que descansen unos vecinos, el bario pierde un espacio emblemático y dispersas el problema», añaden. «Lo primero que habría que hacer es identificar cuál es el principal obstáculo. ¿Que los jóvenes beban? ¿El ruido? ¿La suciedad?», se pregunta el sociólogo. Además, puede afectar al derecho de reunión de la gente. La plaza no es punto de encuentro solo para gente que quiere beber, es un sitio público que no se puede cerrar tan alegremente», lamenta el experto.