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Los contrastes de la ciudad

Dos emblemas con suerte dispar

Las Atarazanas es la construcción histórica más representativa del marítimo - El mercado municipal languidece sin que ningún proyecto de recuperación frague

Vista general de las Atarazanas. Ricardo López Bonacasa

­La reciente celebración de la Semana Santa Marinera ha vuelto a servir de escaparate para los grandes tesoros con los que cuenta el distrito de Poblats Marítims. Entre sus múltiples atractivos brillan con luz propia las Atarazanas. Levantadas en el siglo XIV para la construcción de embarcaciones y como almacén de todo lo relacionado con el mar „desde velas, redes hasta armamento para buques„, el actual Museu de les Drassanes, es el gran emblema arquitectónico de los Poblats Marítims.

Situadas en en la Plaza Juan Antonio Benlliure, las Atarazanas son un conjunto formado por cinco edificaciones de estilo gótico que se restauraron completamente 1992 para convertirse en sala municipal de exposiciones temporales, aunque paradójicamente no albergan ninguna muestra relacionada con el mar. Su uso derivó en almacén para cereales y todo tipo de víveres, establos e incluso un cine a principios del siglo pasado.

A solo una manzana de distancia está el mercado municipal del Grao, que se inauguró en 1910, pero ahora sufre una lenta agonía, ya que tan sólo sobreviven 7 de las 108 paradas de las que consta. Es un edificio modesto, pero con encanto, que el Ayuntamiento de Valencia ha intentado convertir en un mercado gourmet. Sin embargo el concurso para adjudicar las obras de rehabilitación del recinto ha quedado desierto. Y ya es la segunda vez, pues anteriormente una adjudicataria renunció a su reconstrucción.

Quizá la idea de convertirlo en un mercado más chic que tradicional, lo está abocando a su desaparición. Ningún inversor cree en el proyecto y mientras tanto el barrio marinero de Valencia asume la lenta defunción de otro de sus emblemas. Ahora se sabe que a partir de junio se concederán nuevas licencias para ocupar las paradas. Quizá, la centenaria tradición y costumbre del mercado le salve de su extinción.

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