Los hosteleros del Paseo Marítimo de Valencia han presentado al Ministerio de Medio Ambiente un proyecto que esperan que sea definitivo para la remodelación de los 14 chiringuitos de la playa. Pero lejos de ganar metros de superficie en el paseo marítimo, la Demarcación de Costas, con la que han negociado en los últimos meses, les ha impuesto una reducción de la «huella» que los deja con menos metros aún de los que tenían con el anterior Gobierno socialista. Sólo el cambio del planeamiento municipal y la habilitación de la primera planta como terraza les permitirá ganar metros y aforo, pero tampoco los esperados.

La situación de los chiringuitos de playa fue al final de la legislatura pasada motivo de agria confrontación entre el Gobierno socialista, que representaba el delegado del Gobierno, Ricardo Peralta, y el Ayuntamiento de Valencia, que encabezaba Rita Barberá. El primero ordenó a los chiringuitos tirar los metros de cerramiento que superaban lo estipulado en la ley de Costas, lo que fue calificado desde el consistorio como un ataque al pueblo y a las costumbres valencianas.

Tal enfrentamiento impidió ningún tipo de acuerdo y finalmente se impuso el criterio del Gobierno. Los chiringuitos aceptaron derribar el excedente de cerramientos con la esperanza de negociar una concesión a 20 años. El ayuntamiento desaprobó tal decisión y se volcó entonces con los cinco restaurantes de Pinedo y El Saler, que estaban en la misma situación y que se salvaron por un cambio de ministro y el final de la legislatura.

Todo parecía indicar, por tanto, que con la llegada del PP al poder (gobierna las tres administraciones), el problema se resolvería. Entre sus planes estaba transferir estas competencias a la administración autonómica y cambiar la ley de Costas.

Pero cuatro años después y con la legislatura agotada, poco se ha avanzado. De las competencias se han olvidado y la nueva Ley de Costas es tan restrictiva como la anterior en lo referente a la ocupación del Dominio Público Marítimo Terrestre, que era el motivo de la pelea.

Las alternativas

Conscientes de esa limitación, los hosteleros presentaron un plan alternativo que consistía en reformar los chiringuitos para llegar a 320 metros cuadrados de ocupación del paseo (lo mismo que tenían antes) y ganar metros habilitando la primera planta como terraza. Hasta ahora sólo se utiliza como almacén. Para que eso fuera posible, el Ayuntamiento cambio el planeamiento del Paseo Marítimo.

Pero ni siquiera estos ajustes han sido suficientes y ha habido que darle una nueva vuelta de tuerca al proyecto. Según explicó Santiago Gómez, portavoz de los empresarios, la Demarcación de Costas, con la que han negociado estos meses, ha sido muy tozuda en cuanto a la ocupación del paseo marítimo, reduciendo incluso la «huella» de los chiringuitos respecto a lo que han disfrutado siempre.

Si antes tenían 160 metros de edificio, más 50 metros de terraza en concesión, más 100 metros en autorización (310 en total), ahora tienen que apretarse aún más, con 160 metros de edificio, más 50 cerrados, más 70 de terraza abierta en la que se pueden poner mesas y sillas con sombrillas. En total, 280 metros. También se les permiten 30 metros para aseos.

Su única ventaja, por tanto, es la utilización de la primera planta como terraza, pero aún así, la Demarcación de Costas les ha rebajado las expectativas de su primer proyecto. No podrán ocupar toda la superficie, sino que tendrán que dejar un borde sin ocupar, lo que les deja unos 120 metros de espacio con acristalamientos y toldos, pero sin obra.

Para los hosteleros, de todas formas, es una buena solución, más que por los metros y el aforo que ganan (unas 120 personas), porque este proyecto, de aprobarse, irá acompañado de concesiones a treinta años, susceptibles, además, de alargarse hasta los 36 si se adoptan medidas de sostenibilidad en los negocios. Las obras podrían comenzar tras la campaña de verano.