La Plaza del Cedro tiene ya su perímetro totalmente vallado. Las contínuas quejas de la Asociación de Vecinos de Ciutat Jardí, que asistían con impotencia a los efectos del botellón en sus jardines, llevaron al Ayuntamiento de Valencia a tomar esta medida. Los afectados, pues, han obtenido finalmente la respuesta que esperaban por parte del consistorio. La instalación de las vallas permitirá cerrar este espacio por las noches e impedirá la ingesta de alcohol, el ruido y la suciedad hasta altas horas de la madrugada como venía siendo habitual.
Opiniones enfrentadas
El vallado ha sido bien recibido por los habitantes de la barriada, aunque también ha suscitado opiniones enfrentadas. Algunos expertos consultados en su día por este periódico llegaron a vaticinar que el hecho de cercar la instalación, prohibiendo su acceso a determinadas horas, trasladaría el problema a las calles adyacentes. El siguiente objetivo de los vecinos es que la plaza sea declarada como Zona Acústicamente Saturada (ZAS), lo que implicaría un mayor control policial. Esa es la principal reclamación de los hosteleros de la zona, quienes sostienen que la valla no va a poner fin al problema del botellón.
Vallado insuficiente
Para los propietarios de bares y restaurantes de este enclave, el vallado es claramente insuficiente. Más allá de los residuos que se generan, con restos de botellas y bolsas de comida, la plaza del Cedro amanece los fines de semana con un fuerte olor a orín, especialmente molesto para los negocios del lugar. Al oeste se encuentran los pubs y otros locales más relacionados con el ocio nocturno. «Con una patrulla dando vueltas por aquí, todo quedaría solucionado», insisten los afectados y apuntan a daños colaterales para los vecinos que sacan a sus perros a pasear y hacer sus necesidades muy temprano. Otro temor es que puedan acceder al recinto drogodependientes a pasar la noche ya que la altura de la valla tampoco es excesivamente elevada.
