Las normas urbanísticas del Plan General de Ordenación Urbana vigente en Valencia „después de que la alcaldesa Barberá retrasara el suyo para el próximo mandato„ estipulan que cualquier modificación en las fachadas de edificios no protegidos ha de contar «con un proyecto adecuado que garantice un resultado homogéneo del conjunto arquitectónico y su relación con los colindantes». Son precisamente los vecinos de los edificios cercanos al número 77 de Ángel Guimerá los que han levantado polémica al preguntarse si el nuevo color verde del 77 mantiene la «homogeneidad» con el entorno.

Lo cierto es que aunque como contaba ayer Levante-EMV más allá del centro histórico de la ciudad no hay una «carta de colores» determinados para los edificios de Valencia, sí que las autorizaciones otorgadas por las distintas Juntas Municipales de Distrito dependen del criterio de los aparejadores municipales. Estos técnicos tienen en cuenta el entorno del edificio sobre el que se quiere actuar. De hecho, según fuentes conocedoras del procedimiento para otorgar licencias de obra, la empresa que va a pintar o trabajar de cualquier manera sobre una fachada debe aportar un estudio con imágenes a color del entorno, para comprobar que los colores que se emplearán no desentonan con los edificios de alrededor, que en el caso del número 77 de Ángel Guiméra son inmuebles de colores terrosos, marrones u ocres, lo que hace destacar aún más el verde de la fachada.

Además, la normativa urbanística explica que en edificios próximos a conjuntos de valor histórico-artístico o arquitectónico, así como en parajes de interés paisajístico, ecológico o medioambiental, el ayuntamiento «podrá hacerse cargo de la elaboración de este proyecto de diseño de conjunto de la fachada, repercutiendo su coste a la propiedad».