La izquierda que no sabe ganar» y «Que la izquierda se tome una coca-cola» son los títulos de dos sugerentes artículos de Jesús Civera (Levante-EMV del 08/04 y 18/04) que conectan de forma directa con la propuesta y, con los últimos sondeos de opinión en la mano, la urgente exigencia que varias personas venimos planteando a los partidos políticos de izquierda y de la gente con implantación antigua o reciente en el cap i casal, desde la asamblea fundacional de Guanyem València, hoy València en Comú, llevada a cabo el 23 de septiembre del año pasado.

Un programa básico, común o de mínimos que, respetando los programas que sustentarán los/as candidatos/as de las respectivas listas partidarias en la campaña electoral, muestre a la ciudadanía que el interés que les une no es sólo derrotar a la derecha trufada de incompetencia, fantasías especulativas, corrupción e incultura que lleva más de 20 años malgobernando la ciudad sino, sobre todo y por encima de todo, unos muy concretos compromisos a favor del 99% de la población, a ser ejecutados por la mayoría de izquierda y de la gente que resulte elegida el 24 de mayo, sea el alcalde Joan Calabuig, Joan Ribó, Amadeu Sanchis o Jordi Peris.

Posiblemente no baste una cola como sugiere Civera y se necesiten varias horchatas pero, sea cual sea el resultado del evento, siempre será mejor que el desconcierto actual (incrementado por el baile de siglas que puede ser peor que la temida sopa) y vale la pena porque, como se ha dicho, el 24M se juega mucho más que el gobierno local o autonómico en una legislatura: El futuro de la ciudad y de la Comunitat Valenciana - País Valencià en, por lo menos, la primera mitad del siglo XXI.

Vista la derrota de la precipitada y chapucera revisión simplificada del PGOU, lograda por una movilización ciudadana sin precedentes, con más de 12.000 alegaciones, varias de ellas propositivas (como la presentada por la Plataforma El Litoral per al Poble); y vistos los programas electorales y las reivindicaciones que plantean las AA VV y diferentes colectivos, el eje del programa básico pasa por unas medidas de emergencia ante los peores efectos de la crisis en los sectores mas vulnerables, y por el compromiso de una revisión del PGOU dinamizada por una difícil pero posible sinergia entre políticos/as, técnicos/as y ciudadanos/as y guiada por criterios metropolitanos prefigurados en los planes franquistas de 1946 y 1966, retomados parcialmente en los gobiernos socialistas de Ricard Pérez Casado y Joan Lerma y absurdamente abandonados por los Zaplana, Oliva, Camps, Fabra y Barberá, referidos a la relación ciudad-huerta, ciudad-puerto y ciudad-río; al espacio y a todos los servicios públicos; al derecho a la vivienda y a la ciudad.

Si con tal programa se gana Valencia „gran utopía concreta„, todos los esfuerzos realizados en estos meses, nutridos por lecciones en décadas de luchas populares aquí, allá y acullá, habrán valido la pena; incluidos los excesos comunicativos de los mensajes intercolectivos y multidestino (MIM) recibidos de muy diferente manera por los/as destinatarios/as. Por encima de castigos arbitrarios e inútiles, prevalecerá el generoso aliento de quienes entendieron que la idea motora de los MIM era animar la concreción de utopías. Gracias a todos/as.