Descubrir la ciudad es una de las experiencias más gratificantes. Con tiempo y sin una idea prefijada, es fácil sorprenderse. Por ejemplo, el Palau de Congressos colecciona miles de miradas en la avenida de las Corts Valencianes, pero pocas han reparado que detrás del edificio de Norman Foster se halla uno de los jardines más pequeños, coquetos y tranquilos de Valencia. Y eso que está asediado por la Ronda Nord y la Pista de Ademuz, pero un terraplén perimetral lo resguarda del ruidoso tráfico.
Tiene forma de media luna, como dando continuidad a la forma elíptica del Palau de Congressos. No es especialmente grande, ni su vegetación es espectacular, pero el parque situado detrás del emblemático edificio de Norman Foster es un pequeño y encantador espacio en el que brillan dos pérgolas por las que es recomendable el paseo. Resulta fácil encontrarse a congresistas perdidos por el parque, evadiéndose de las largas sesiones que se celebran en el Palau. Se les ve felices, porque el lugar invita a abstraerse de la ciudad, a breves ensoñaciones y cortos descansos.
También en los límites que marca la Ronda Nord, pero en la parte que recae a Benimàmet., un inmenso solar se llena día tras día de escombros, y aunque las autoridades lo limpian de vez en cuando, los materiales de construcción, enseres y todo tipo de residuos vuelven a llenar este espacio a las pocas semanas. Es un vertedero incontrolado en toda regla. Valencia y Burjassot reniegan de la paternidad de los terrenos, aunque una placa que indica una enigmática e inexistente Plaça del Canonge, desenmascara al ayuntamiento del cap i casal como propietario obligado a su limpieza. Tal vez, si estuviera pegado a las torres de Corts Valencianes estaría impoluto. O sería un parque. Pero está al lado de Benimàmet?
