"La radioastronomía permite lograr imágenes del cosmos con un nivel de detalle miles de veces mejor que el que se consigue con telescopios ópticos, lo que permite escudriñar en el interior de las estructuras de las estrellas o poder llegar a detectar la sombra de un agujero negro en el centro de una galaxia, algo que hasta ahora nunca se ha podido realizar", asegura Francisco Colomer, doctor en Astrofísica en el Observatorio Astronómico Nacional (OAN, del Instituto Geográfico Nacional). "El agujero negro nunca se va a poder ver -puntualiza- por lo que se está intentando detectar su sombra a través de observaciones de radioastronomía".

Pese a desarrollar su actividad profesional en Madrid, Francisco Colomer (Quart de Poblet, 1966) no olvida sus raíces valencianas hasta el punto de presidir, -"aunque muchas veces por Skype", se lamenta-, la asociación de su población natal "Quart és Ciència" y ayer abordó "La radioastronomía, desvelando el universo invisible" en la Fundación Cañada Blanch, dentro del cuarto ciclo "ConecTalks" de conferencias de divulgación científica que dirige el catedrático de Astronomía y Astrofísica de la Universitat de València, Vicent Martínez.

A la vanguardia de la investigación

La radioastronomía, una rama relativamente joven de la astronomía, estudia el cosmos a través de sus emisiones en el dominio de las ondas de radio, que tienen una longitud de onda mayor que la de la luz visible. Ha revelado objetos y fenómenos invisibles en otras bandas del espectro electromagnético y, por la cantidad y la calidad de los instrumentos que actualmente se están diseñando, previsiblemente seguirá en un futuro en la vanguardia de las investigaciones astrofísicas.

Francisco Colomer señaló en su conferencia que, si bien conocemos el cosmos gracias a la luz visible -la que ven nuestros ojos-, hay una gran cantidad de información del universo que nos resulta invisible. A algunos de los procesos más interesantes que se producen en el cosmos se puede acceder a través de las ondas de radio. Así, y mediante antenas parabólicas gigantes como la de 40 metros de diámetro instalada por el OAN-IGN en Yebes (Guadalajara), se puede llegar al universo frío o de bajas energías, que es donde se producen dichas ondas de radio. Uno de los fenómenos más interesantes que se pueden observar con estos radiotelescopios es la formación estelar, por cuanto la radioastronomía permite atravesar las nubes inmensas de polvo y gas, que son opacas a la luz visible, en cuyo interior se forman las estrellas.

Por otra parte, resaltó que con las redes de interferometría radio, -una técnica de solo 40 años de antigüedad, que consiste en el uso coordinado de radiotelescopios distribuidos por todo el mundo que observan la misma fuente cósmica y combinan los datos entre sí-, se están logrando imágenes con una resolución jamás lograda con ninguna otra técnica astronómica. En este sentido, señaló que el radiotelescopio de Yebes participa en observaciones coordinadas con telescopios ubicados por toda Europa, que forman la Red Europea de Interferometría.

ALMA, un instrumento único

El astrofísico valenciano detalló en particular dos de las grandes redes de interferometría radio. Una es el Gran Interferómetro Milimétrico de Atacama (ALMA), siglas en inglés de Atacama Large Millimeter Array, lrvantado en el desierto de Chile y formado por 66 telescopios de 12 metros de diámetro, en cuya construcción participó España a través del Observatorio Europeo Austral (ESO). La colaboración de ESO con Estados Unidos y Japón ha creado un instrumento único que está permitiendo obtener imágenes de altísima resolución de las regiones de formación de estrellas y también permiten distinguir las envolturas circunestelares de éstas en sus últimas etapas de evolución.

ALMA es un instrumento que en un futuro -anunció Colomer- permitirá directamente la detección de planetas en otras estrellas. En este sentido, señaló que la detección hasta ahora de más mil planetas extrasolares se ha logrado por métodos indirectos, principalmente por variaciones en el comportamiento, por ejemplo, del brillo de su estrella. También se están detectando en el cosmos gran cantidad de moléculas, entre ellas, las presentes en los seres vivos. "Es un campo muy interesante para ver cómo nuestra situación en el universo entra en un contexto muy distinto a cómo se pensaba en la antigüedad; quizás terminemos descubriendo que no somos tan especiales, que lo que nos pasa a nosotros aquí puede estar ocurriendo en otros sitios del universo", afirmó.

El SKA, un kilómetro cuadrado de telescopio

Otro interferómetro, que de alguna manera complementa a ALMA, es el Radiotelescopio del Kilómetro Cuadrado (SKA), abreviatura en inglés de Square Kilometre Array. Se trata de un instrumento en proceso de diseño, presupuestado en unos 2.000 millones de euros, que se construirá antes de 2025 en los desiertos de Australia y Sudáfrica, con participación técnica española. En conjunto conformará un interferómetro con elementos distribuidos a lo largo de miles de kilómetros, aunque la suma de todas las superficies que forman el telescopio equivaldrá a aproximadamente un kilómetro cuadrado. En este sentido, será el telescopio mayor del mundo.

"Es un telescopio que aún no existe, porque tampoco existe la tecnología para que exista", afirmó Colomer, quien explicó que "uno de sus problemas es que generará tal cantidad de datos que aún las redes de comunicación de Internet no son capaces de manejarlos. A la vez que se desarrolla el proyecto científico y el instrumento se están desarrollando también, por ejemplo, formas de utilizar energías limpias, porque el SKA va a consumir una cantidad de energía enorme. También, al estar prevista su construcción en desiertos, se investigan materiales que resistan los condiciones extremas de esos lugares. Es, en definitiva, un proyecto multidisciplinar".

Desarrollo tecnológico muy avanzado

Más adelante abordó otra de las facetas en las que trabaja el OAN-IGN, la geodesia espacial, que permite estudiar la Tierra por medio de radiotelescopios, determinando coordenadas en la superficie terrestre con altísima precisión a partir de mediciones a los astros, y analiza, por ejemplo, la deriva de los continentes, lo que permite conocer que Europa y América se están separando a una velocidad de aproximadamente un centímetro y medio al año. La geodesia posibilita además el estudio del campo gravitatorio de la Tierra y sus variaciones, la rotación terrestre y la duración del día.

Finalmente, Francisco Colomer resaltó el alto nivel alcanzado por España en el campo de la astronomía en general, "mucho mejor de lo que uno podría suponer para un país como el nuestro, porque ha atraído a los expertos y a la instrumentación de todo el mundo". Respecto a la red de radioastronomía, valoró como "muy avanzado" el desarrollo tecnológico conseguido por el Observatorio Astronómico Nacional, "probablemente el mejor de Europa y uno de los mejores del mundo que, junto con los telescopios de Guadalajara, nos permite participar en primera línea en muchos de los experimentos europeos".