Habían olvidado que el trayecto a recorrer hasta la parada de taxis era largo para una persona con problemas de movilidad. No les volvería a suceder, al llegar a Madrid reservarían el servicio de Atendo, es imprescindible para hacer cómodo el traslado de personas con movilidad reducida en aeropuertos y estaciones de trenes.
Ella le pidió disculpas al taxista por el corto trayecto que iban a recorrer. Se puso en su piel, quizá llevara un buen rato en la parada a la espera de que subiera un pasajero con el que hacer una carrera larga.
Ellos iban muy cerca, de la estación de Atocha al Museo del Prado.
El conductor fue comprensivo, quédese con el cambio dijo ella, eran más de dos euros de propina pero ¡qué importa! ¿cuánto vale la amabilidad?...
Habían comprado desde casa las entradas, en esto sí que habían sido precavidos, sonrieron al ver la interminable cola para entrar al museo. Volverían a contemplar una vez más las salas de los más grandes: Velázquez, El Greco, Tiziano, Rubens y Goya.
Esta vez, además iban a ver diez Picassos procedentes de la colección del Kunstmuseum de Basilea, primer museo público municipal del mundo. A ella le encantó El Arlequín sentado, había leído que cuando su propietario lo quiso vender, los habitantes de Basilea participaron en un referéndum al que acompañaron con varias manifestaciones para pedir a su Ayuntamiento que no dejara escapar.
A él le gustó el cuadro de Los dos hermanos. Era una ocasión única de poder ver al natural esos cuadros tantas veces contemplados en los libros de arte.
En el Reina Sofía vieron las obras de la colección del museo municipal junto a las de dos colecciones privadas. El conjunto es extraordinario: más de cien obras de arte de la primera modernidad, de los artistas más reconocidos de principios del siglo XX como Munch, Kandisky, Picasso, Gris, Léger, Braque, Le Corbusier, Giacometti, Tanguy, Arp, Klee, Mondrian, Vincent van Gogh, Chagall, Cézanne, Modigliani y muchos otros de enorme interés que se pueden contemplar, por primera vez, en España.
Es una inmensa suerte que el cierre temporal del Kunstmuseum de Basilea para renovar sus instalaciones, permita ver esas magníficas obras en España. Este pensamiento le trajo a la cabeza la ampliación del Museo de Bellas Artes San Pío y todas las obras de arte que permanecen amontonadas sin poder ser expuestas por falta de espacio. Ocupa un edificio del siglo XVII que fue colegio de clérigos menores de una orden creada por el Papa Pío V.
Los valencianos deberíamos aprender de los ciudadanos de Basilea y exigir que se destinen fondos suficientes para que las instalaciones de uno de los mejores museos de España, estén a la altura de su categoría.
No pedimos una ampliación como la del Prado, que sabemos costó la friolera de 152 millones de euros, no. ¡Pero no nos manden calderilla, por favor!
Las administraciones públicas deben de una vez por todas, antes de que sea demasiado tarde, tomarse en serio este asunto y llevar a cabo la ampliación que necesita el Museo de Bellas Artes de Valencia. Es la segunda pinacoteca de España, ni más, ni menos.
