Vecinos, administraciones públicas e incluso hosteleros comparten la idea de que la vía pública está sobreocupada. Cada parte propone, incluso, medidas para acabar con ello, primando el descanso sobre el también reconocido derecho al ocio. Lo que ocurre es que hay discrepancias sobre la intensidad o el acierto con el que se adoptan las medidas, por lo que existe también cierto consenso en demandar primero un «modelo de ciudad» y trabajar sobre él de manera ordenada.

Tanto los consensos como las discrepancias quedaron expuestas ayer en una mesa redonda organizada por la Federación de Asociaciones de Valencia bajo el epígrafe general «Usos y abusos en la vía pública», un reto al que respondieron la secretaria autonómica de Gobernación, Asunción Quinzá; el concejal de Licencias, Félix Crespo; la representante vecinal Ana Cantero; y el presidente de la Federación de Hostelería, Manuel Espinar.

Para los vecinos, el principal problema es el uso abusivo de aceras para la colocación de mesas y sillas, el excesivo espacio que se concede a las terrazas (60 metros para los pubs y 1,75 metros por cada persona del aforo) y el poco margen que la nueva ordenanza deja para los peatones (metro y medio entre las mesas y la pared). Por contra, denuncian las trabas que esta nueva normativa pone para las actividades de los colectivos sociales o las fiestas populares.

También los hosteleros, que teóricamente son los más propensos a esas ocupaciones, están convencidos de que hay que bajar la ocupación, pues el gran problema no está en quienes cumplen la legalidad, sino en quienes no la cumplen y hacen competencia desleal, denunció Manuel Espinar, presidente de la Federación de Hostelería.

El ejemplo de Russafa

A su juicio, lo que hay que hacer es sentarse a hablar, tratar de buscar un equilibrio y hacer de Valencia la mejor ciudad de Europa. Y en ese sentido Espinar puso como ejemplo la regulación de Russafa, donde hay 544 locales y ahora no se permite que estén unos de otros a menos de 65 metros. Ese es el modelo que hay que exportar a toda la ciudad para que los locales sean esponjados por los barrios y no haya saturación, dijo.

Ante estas posturas, tanto la Generalitat Valenciana como el Ayuntamiento se mostraron igualmente partidarios de primar el descanso y regular la ocupación de las calles, cosa que, según sus representantes, ya se viene haciendo. Asunción Quinzá recordó que el ocio es importante para la economía, pero hay que respetar el descanso y por ello se han tomado medidas como limitar las actividades especiales de los locales (6 al año) y ampliar las inspecciones. En el año 2014 se hicieron 546 y se impusieron 281 multas por incumplir los horarios de cierre. Este año ya van 86, añadió.

Por su parte, Félix Crespo explicó que es difícil contentar a todo el mundo y dijo ser consciente de que un texto así con contente a todo el mundo. Pero recordó que además de unificar criterios y ventanillas, regula cuestiones tan diversas y controvertidas como terrazas, fiestas populares, actividades solidarias, eventos deportivos, contenedores de ropa o kioscos de prensa.

Así pues cree que las terrazas están razonablemente ordenadas y justificó la exigencia de certificados para poner tarimas o hinchables en aras a la seguridad.