El robo de trapas de alcantarilla se ha convertido en un grave problema para las grandes ciudades de todo el mundo. La facilidad para sustraerlas y las posibilidades de venta en el mercado ilegal han convertid0 estas piezas del «mobiliario» urbano es un suculento botín para los amigos de lo ajeno, tanto que en Valencia se roban cada año del orden de 200 unidades con un coste que ronda los 75.000 euros.
Ayer mismo este periódico informaba del accidente ocurrido en el polígono Vara de Quart al caer un joven en el agujero que había quedado tras el robo de una trapa. Francisco Javier Muñoz solo tiene un esguince en el tobillo, pero pudo ser mucho más grave, porque en el agujero cabe un cuerpo entero.
De estos accidentes no hay muchos, aseguran fuentes de la Concejalía de Medio Ambiente, pero robos de trapas e imbornales sí. Son un quebradero de cabeza desde hace años. Y ni siquiera la colocación de bisagras antirrobo han impedido que las sustracciones sigan adelante.
Según datos de la concejalía, en los cuatro primeros meses de este año se han robado en Valencia 10 trapas de alcantarilla y 48 rejillas (imbornales), una cantidad similar a la que se viene registrando en los últimos años. Teniendo en cuenta siempre el mismo periodo de tiempo, en 2014 se robaron 12 trapas y 51 imbornales; en 2013 fueron 26 y 63; y en 2012 se contabilizaron 45 y 52. Eso significa que en los últimos años se han robado unas 200 piezas de media.
Esto, aparte de los trastornos para la red pública y los problemas de seguridad para los viandantes, supone un coste importante para las arcas municipales. Según las fuentes, cada una de las trapas cuesta 700 euros, pues además de la pieza metálica, hay que cambiar el marco y hacer obra. Por su parte, los imbornales cuestan 200 euros. Si se tiene en cuanta el promedio de unas piezas y otras, el ayuntamiento gasta cada año unos 75.000 euros en este problema.
