Lo curioso del caso es que el primero que puso el grito en el cielo no fue un pirotécnico, sino un artista fallero: Joaquín Esteve. El primero en mostrar su asombro y preguntarse qué tipo de medidas de seguridad se exigen en Italia en comparación con las que se tienen en España y, especialmente en la Comunitat Valenciana. Lo cierto es que en la villa transalpina de San Severo disfrutan de un disparo pirotécnico diurno que resulta, a todas luces vista, una auténtica locura y una odiosa comparación con la «mascletà» no ya la municipal, sino la de cualquier barriada.

En esta ciudad se está celebrando la fiesta grande. El programa incluye actividades normales en un calendario mediterráneo: procesión de la imagen, verbenas, incluso un medio maratón y, por supuesto, pirotecnia. Pero además de los castillos, tan habituales en los festejos italianos, en este caso se celebra un espectáculo diurno único. No es un correfoc» y está más cerca, en todo caso, de la traca corrida. Miles de personas salen a las calles, en las que hay extendidos fuegos colgando de diferentes soportes.

Cuando empieza, la traca empieza a recorrer las calles y, detrás, al lado y delante, los asistentes. No se trata, ni mucho menos, de un fuego suave. Los asistentes tienen que apretar el paso, pero el fuego les sobrepasa apenas unos centímetros por encima de sus cabezas.

El remate es espectacular, concentrándose una cantidad enorme, en poco espacio. Ahí, los corredores acaban tirándose al sueño deliberadamente mientras el fuego estalla a su alrededor. Ese final es recibido, como en los disparos de Valencia a las dos de la tarde, con un clamor.

Hay que decir que esta pirotecnia estalla «arriba»; es decir, no cae al suelo como en las retenciones de la «mascletà». Sin embargo, las imágenes posteriores son las de camisetas desconchadas por la explosión. No salen en los vídeos imágenes de heridos, pero de la misma manera se nota que gran parte de los corredores van muy protegidos.

Y en Valencia, el CRE

La queja del artista fallero está más que fundamentada: la pirotecnia valenciana vive desde hace años una aplicación muy estricta de las normativas, que han llevado, en su último extremo, no sólo a extremar la distancia de seguridad de las «mascletades», sino a situaciones tan insólitas como tener que sacarse un cursillo de CRE para poder disparar el «tró de bac», el artificio más característico y menos peligroso de cuantos existen en fallas, o establecer para los niños la inofensiva «bombeta« como el máximo que pueden disparar. Esta particular «mascletà» italiana no parece tener ningún tipo de problema en ese sentido y los miles de asistentes que acuden a San Severo no parecen especialmente preocupados. Como suele ocurrir en estos casos, la comparación está servida.