«Els cirialots» son, junto a la Moma, los iconos más representativos y populares de la fiesta de Corpus de Valencia, tradicionalmente llamada la «festa grossa» de la ciudad. Actualmente «els cirialots» son 26 reyes, vestidos con túnica blanca, con barbas y pelucas de crin del mismo color, corona dorada en la cabeza y un tahalí de terciopelo rojo carmesí y preceden a la Custodia con el Santísimo. Sigamos su rastro a través de la historia de la procesión.

En 1383, ya se tiene constancia documental de que en la procesión de Corpus van 12 personajes, 12 prohombres de la ciudad, popularmente llamados ancianos, que llevan en sus manos cirios enormes. Es en los libros de la Clavaria comuna de dicho año donde los sitúa «portats devant lo cos precios de Jesucrit en lo dia de corpore cristi durant la proceso». En 1456, fueron incorporados 12 ancianos más a los 12 existentes en la procesión, con motivo de haber declarado el rey Juan II de Aragón el Misterio de la Concepción de María, prohibiendo la opinión contraria y advirtiendo a quienes no la sostuvieran de que se les acusaría de eos de Estado y castigaría con la expatriación de los territorios de la Corona de Aragón, según se puede leer en las Actas Cortes, 1434-1458, obrantes en el Archivo del Reino de Valencia. La reina doña María, esposa del rey Alfonso el Magnánimo, en su ausencia, dictó disposiciones en relación con la Inmaculada Concepción de María, entre ellas que su fiesta debía celebrarse el 8 de diciembre. La Corona de Aragón desempeñó un papel de primer orden en la evolución del dogma y de la Inmaculada.

En 1535, uno de los relatos procesionales nos hablan de la presencia de «ancianos vestidos con albas, pelucas y coronas, sosteniendo con el carcax cada uno un cirial de peso de dos arrobas, adornado con las Insignias de la Ciudad, que representan a los que vio el Evangelista San Juan en el Apocalipsis que adoraban al Cordero». En 1780, consta que desfilaron «los 24 ancianos que aluden a los que vio el Evangelista San Juan en el Apocalipsi, que adoraban al Cordero». En 1801, la descripción da cuenta de que «sigue la tercera Aguila, y tras ella vienen veinte y quatro Ancianos con pelucas y barbas blancas, corona en las cabezas, y vestidos con albas, sosteniendo con el carcax unos blandones altos y muy gruesos de ochenta y tres libras de peso, adonados con las armas de la ciudad: significan los veinte y quatro Ancianos que con corona y vestidos de blanco adoraban el Cordero».

En 1815, leemos: «Luego siguen los Ancianos, que figuran los que refiere San Juan en su Apocalipsi; y llevan los Ciriales grandes delante del Ilustrísimo Cabildo, con quien van interpolados los caballeros de mayor grandeza y militares que se hallan en esta Ciudad? veinte y quatro Ancianos con pelucas y barbas blancas, corona en las cabezas, y vestidos con albas, sosteniendo con el carcax unos blandones altos y muy gruesos de ochenta y tres libras de peso, adonados con las Armas de la Ciudad: significan los veinte y quatro Ancianos que con corona y vestidos de blanco adoraban el Cordero. [?] sorprende y suscita naturalmente mil ideas de religión y ternura este espectáculo verdaderamente magnífico y grandioso. La magestad de los grandes blandones de los Ancianos, los ricos ornamentos,? postrados delante del Cordero los veinte y quatro Ancianos con sus gran des y descomunales blandones, el Prelado toma al Señor en sus manos y da la bendición al pueblo.

En 1846, se describió «los veintiséis ancianos con albas, coronas doradas pelucas y barbas blancas llevando ciriales,? simbolizando los que vio San Juan adorando al Cordero y los dos que se añadieron en 1456, reinando D. Juan ii de Aragón, en honor del misterio de la Concepción?». En 1977, fue creada la Associació d´Amics del Corpus, a impulsos del denominado Grup de Mecha, grupo de personas que contrariadas por el derrotero que estaba tomando la procesión de Corpus se hizo con los «cirialots», que eran portados en esa época por indigentes a los que el ayuntamiento les pagaba y no iban en el debido estado de ebriedad a veces, y fueron el detonante del resurgimiento del esplendor histórico de la procesión de Corpus, asesorados por el canónigo e historiador Vicente Castell Maiques, el historiador Manuel Andújar y Josechu Rey de Arteaga, que conseguirían elevarla al nivel que tuvo en los momentos álgidos de su historia.