Hace un poco más de un mes el Ayuntamiento de Valencia ordenó el vallado de un pequeño solar que los niños usaban para juegos en la plaza Tavernes de Valldigna, en el barrio del Carmen. Ahora los grafiteros se han adueñado de sus muros, con pintadas de dudoso valor estético.

El colectivo de Mares i Pares de Ciutat Vella había convertido el pequeño espacio en una zona de esparcimiento para los más pequeños, pero el consistorio decidió cerrarlo. Las protestas vecinales obligaron al equipo de gobieno a replantear las obras, que finalmente se quedaron en un muro de un metro de altura lucido con cemento, y con un acceso sin puerta para los niños. Aquella intervención, extraña e ilógica, dejó un perfecto muro para que los grafiteros expresaran sus inquietudes.

En apenas unas semanas todos los muros del solar se han llenado de grandes grafitis, tanto la pequeña pared de un metro que delimita el perímetro del espacio, como el muro más alto que se levantó junto al Centro Excursionista o las paredes blancas del edificio construido junto al terreno.

De ser un lugar abierto y en el que los niños jugaban libremente, la intervención del Ayuntamiento de Valencia ha propiciado que el terreno ahora esté semicerrado y se llene de pintadas. Y eso que el solar está 30 metros del nuevo retén de la Policía Local. Al contrario de otras obras murales en Ciutat Vella, los grafitis de la plaza apenas tienen valor estético.