El primer pleno de la Junta Central Fallera de la era Pere Fuset estuvo protagonizada por un hecho inaudito. Una serie de acontecimientos que acabaron por convertir la jornada en un drama emocional.

El pleno aprobó la disolución de la comisión de Ciudad Ros Casares, después del informe negativo de la delegación de incidencias (una especie de examen que se hace a las comisiones tras dos años de actividad). Aunque la aprobación se hizo sin que ni un sólo miembro del pleno preguntara las razones de la negativa, ésta explicó después: la comisión había presentado los censos con un mes de retraso y por una persona que no había sido fallera el año anterior.

El caso es que la disolución conllevaba, reglamento en la mano, la retirada forzosa de sus candidatas a la corte de honor. Fuset pidió al pleno tomar una decisión: aplicar el reglamento «o tener flexibilidad». Pero los falleros optaron por seguir la norma estricta. Y la casualidad quiso ser especialmente cruel, porque ambas falleras se encontraban, en ese momento, realizando el ensayo en los jardines del Palau. Allí hubo una reunión de urgencia entre los delegados de sector y presidentes de falla para, inmediatamente después, comunicarle a las dos falleras (la señorita Patricia Infante y la niña Blanca Navas) y a sus familias que no podrían participar en el acto. Las falleras adultas decidieron suspender el ensayo y se produjeron escenas emotivas, con no pocas lágrimas y abrazos. Había presidentes que cuestionaban si la decisión podía tomarse sin haberse aprobado por la asamblea de presidentes, que la debe ratificar la próxima semana.

Es cierto, según se explicó, que la inscripción de ambas se hizo condicionada a la correcta constitución de la comisión para el ejercicio de 2016, cosa que no se ha llevado a efecto. Y también es cierto que los falleros pueden recurrir la sentencia a la asamblea de presidentes, pero que fallaría cuando la preselección, prevista para este fin de semana, ya se habrá celebrado. El sector de Patraix, por cierto, perderá una candidata: al descender su censo a doce fallas, sólo se elegirán dos señoritas y dos niñas.

La disolución de Ciudad Ros Casares „una comisión extraña desde el momento que desarrollaba su actividad en una zona que no es residencial„ era algo que entre las comisiones de Patraix se veía venir, aunque faltaba la ratificación. A pesar de haber tenido un cierto movimiento social, no había conseguido consolidarse.

Pero, por si fuera poco, la comisión ha estado desarrollando su actividad normalmente y hace unos días celebraba el nombramiento de sus falleras mayores para 2016 y que, obviamente, no podrán reinar. La disolución obliga a entregar en la JCF el estandarte, los libros de cuentas y hasta el remanente de dinero si lo hubiera.