La verdad es que nos roban las palabras, les cambian el significado para que no podamos utilizarlas, para que estén prohibidas. Y eso han hecho con la palabra activista, identificada con alguien violento, armado hasta los dientes, con una bomba en el bolsillo.

Y no es así. Activista es el que se preocupa de lo colectivo, no solamente de su problema, sino de los de todos. Activista es el que tiene conciencia social, y no es una amenaza, al contrario, es una garantía para que el mundo progrese; por eso nos prefieren pasivistas. El activista es y será un personaje imprescindible en nuestra sociedad, como motor de cambio y de progreso.

Gracias a esos activistas, resulta obvio que las ciudades, y la nuestra es un ejemplo, han mejorado. El activismo urbano es mucho más que una acción, es la convicción de que las cosas pueden ser de otra manera.

Por eso, cuando el Ayuntamiento declara a un activista como Carles Dolç hijo predilecto de la ciudad, es motivo de alegría, es el reconocimiento de un trabajo de años, constante, siempre con lo colectivo como objetivo, siempre poniendo por delante lo público.

Le conocí en la Escuela de Arquitectura y ya en ese momento le habíamos elegido para representarnos. Con ello no obtenía beneficios, no aprobaba antes, solo tenía una responsabilidad añadida, trabajar por todos.

Y desde entonces, eso ha venido haciendo, por todos y para todos, mientras el poder le negaba el pan y la sal, le ponía obstáculos, le señalaba, le llamaba activista, como si eso fuera un insulto.

Pero ahora ha cambiado el escenario. Carles obtiene el reconocimiento infinitamente merecido, no para ponerle medallas, él nunca las ha buscado, sino para subrayar el papel de la llamada sociedad civil, para agradecerle años y años de reflexión, para reconocer a la gente buena (Carles es eso, un hombre bueno), esa que está ahí, anónima, trabajando, investigando en el difícil camino de lo urbano, de lo territorial. En una sociedad contaminada por las corruptelas y los intereses ocultos, es un soplo de aire fresco aplaudir a personas como él.

Gracias Carles, por habernos regalado tanto tiempo, tanto esfuerzo, tanto trabajo. Gracias por tu conversación, por tu generosidad, por tu amistad de años. Ahora que nuestra predilección por ti se ha hecho pública, sigue cerca.