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Plazas para andar

Plazas para andar

El domingo pasado este periódico publicaba que el nuevo equipo de gobierno había encargado a la empresa pública Aumsa, tal como ya solicitó EUPV en una moción presentada en junio de 2013, un estudio de viabilidad para reestructurar a favor del peatón la Plaza de la Reina, comenzando así a ver cumplido el deseo de hacer de nuestras calles y plazas espacios para transitar, sin coches ni obstáculos que lo impidan.

Y es que València, por su orografía prácticamente plana, es una ciudad ideal para moverse por ella sin necesidad de vehículo privado. De esta manera y a la vista del asequible tamaño de la ciudad, el transporte público y la bicicleta son los medios adecuados para distancias largas y medias, mientras que las cortas se recorren fácilmente andando.

Así las cosas, la práctica totalidad de los espacios con los que cuenta la ciudad para pasear, descansar o conversar, se han arrebatado a los peatones, que ven sacrificado su derecho a transitar en beneficio del hasta ahora dueño omnipresente de la ciudad: el coche privado.

Comenzar por tanto por la Plaza de la Reina es más que necesario, tratándose indudablemente de una de las plazas más emblemáticas de la ciudad. Presenta una absurda trama urbana, incomprensiblemente dividida en dos, lo que provoca multitud de problemas de movilidad. A las marquesinas de la EMT en su parte central, totalmente invadida por el tráfico rodado, hay que añadir el acceso al aparcamiento subterráneo , la gran cantidad de coches aparcados, y las paradas de taxis y del bus turístico.

La reacción que en determinad@s vecin@s de la zona provoca este tema, comerciantes en su práctica totalidad, explica a la perfección cómo en nuestra ciudad, y en general en nuestro país, ha existido y existe un arraigado culto al coche, no sólo por criterios absurdos de ascenso social, o de libertad individual ( o curiosos como cuando Rita Barberá dijo que la gente mayor no podía ir a misa en autobús) sino por más que equivocados motivos económicos. Esta polémica no es privativa de València sino que en todas las ciudades españolas en las que los ayuntamientos han acometido la peatonalización de calles y plazas, estos han contado con la férrea oposición de los comerciantes de la zona, aduciendo que el nivel de ventas de sus tiendas se vería reducido por la desaparición del tránsito rodado.

Curiosamente, en todos estos casos, se ha producido después otro efecto. Una vez acabadas las obras menos largas y molestas que las del metro, por ejemplo, los comerciantes han sido l@s primer@s en defender la peatonalización por sus evidentes beneficios económicos, ya que la gente está más pendiente de lo que se le ofrece si puede observarlo con tranquilidad.

Toca, por tanto, ser audaces, y seguir la senda de ciudades como Sevilla o Zaragoza, avanzar en la recuperación del espacio público frente al coche, comenzando en nuestra ciudad por la Plaza de la Reina, reordenando su trama, cerrándola al tráfico y ganando así la primera batalla en pro de una movilidad sostenible.

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