Desde el mismo pleno de investidura que se celebró el pasado 13 de junio, Joan Ribó quiso demostrar que el suyo iba a ser un gobierno diferente. Empezó renunciando a la vara de mando porque, dijo, no era un símbolo que representase su forma de gobernar. Aquello fue solo una anécdota que avanzó el cambio en las formas y en el fondo que con tan solo dos meses en la alcaldía Ribó ha querido imprimir al gobierno municipal que, con el apoyo de del PSPV y València en Comú, encabeza. Han sido dos meses plagados de gestos. Demasiados, tal vez, para la oposición de Ciudadanos y del Partido Popular que se quejan, precisamente, de que faltan hechos y sobran palabras. Solo el paso del tiempo determinará si este nuevo consistorio ha sabido responder a las ilusiones de cambio que depositó en ellos buena parte de los valencianos. De momento, y con este corto tiempo a sus espaldas, Ribó y su equipo han puesto en marcha muchas medidas que marcan un antes y un después en la política de un ayuntamiento que había permanecido durante más de 20 años en manos del PP.
EL CABANYAL
El símbolo del cambio
Que la derogación del Pepri del Cabanyal era una prioridad quedó claro ya en las primeras semanas de su gobierno, cuando se creó y se reunió por primera vez la Comisión de Urgencia del Cabanyal, compuesta por concejales de los tres partidos de gobierno y de distintas áreas, entidades vecinales y cívicas del barrio con el objetivo de elaborar un plan de choque para la zona y trabajar en la derogación del plan. El Cabanyal era mucho más que una promesa electoral y por eso en el primer pleno ordinario del consistorio, con los votos en contra solo del PP, el ayuntamiento acordó ya solicitar la anulación del Plan Estratégico del Cabanyal establecido en la pasada legislatura. «Derogar el Pepri cierra una etapa de degradación», dijo entonces el alcalde, que se comprometió a «normalizar» el barrio. Para ello, se invertirán 22 millones de euros en el Cabanyal en los próximos seis meses, según anunciaron hace pocas semanas. Más limpieza, más seguridad y la rehabilitación urbanística y económica son las claves de la actuación en el barrio marítimo.
RELIGIÓN
Marcar distancias
El consistorio anunció que se haría una clara distinción entre los actos y festejos oficiales y la religión. Buena prueba de ello es que la Senyera no entrará el próximo Nou d'Octubre al Te Deum de la Catedral. Tampoco el alcalde ni ningún concejal de Compromís acudieron a la tradicional misa de la Virgen del Carmen en la Marina Real que anteriormente era una tradición de asistencia obligada para Rita Barberá.
FIESTAS
Objetivo: «valencianización»
El concejal de Fiestas y Cultura Popular, Pere Fuset, insiste en la necesidad de «valencianizar» las fiestas. Aunque en la Feria de Julio les quedaba poco margen de maniobra porque estaba ya todo cerrado, cambiaron la bandera de España que adornaba el recorrido de la Batalla de Flores por la Senyera. Los grupos de música que amenizaron la fiesta fueron todos valencianos. De cara a las Fallas, también quieren «repensar» la distribución de las subvenciones y el sentido de la fiesta.
PATRIMONIO
Protección de la Ceramo
En materia de patrimonio el consistorio ha decidido promover la declaración de Bien de Interés Local de la Ceramo en su conjunto. Además, se han iniciado los trámites para remodelar la Plaza de la Reina para peatonalizarla y protegerla.
MOVILIDAD
Más radares
El Ayuntamiento de Valencia ha decidido dar más uso a los radares móviles y todos los días hay uno en funcionamiento en distintos puntos de la ciudad que son anunciados a través de las redes sociales. Además, el consistorio ha hecho una apuesta por la movilidad sostenible y la bicicleta para conseguir que Valencia sea la capital Mediterránea de la bici al adherirla a la Red de Ciudades por la Bicicleta. También en materia de movilidad, han empezado a «bajar» las motocicletas de las aceras, pintando plazas de aparcamientos en la calzada.
ABRIR EL CONSISTORIO
Un ayuntamiento para todos
El primer lunes de trabajo, Joan Ribó anunció que el consistorio estaría abierto a visitas de todos los valencianos y turistas que así lo deseasen. La medida fue un éxito durante los primeros días, y tan solo en una jornada, más de 2.000 personas subieron al balcón del ayuntamiento para hacer suyo lo que antes había sido todo un símbolo de las fallas y de uso exclusivo de Rita Barberá.
RECUPERAR LAS PLAZAS
Vuelven las concentraciones
Una de las promesas de gobierno más repetidas por el nuevo alcalde, Joan Ribó, se materializó cuando la junta de gobierno local aprobó derogar la disposición adicional tercera de la Ordenanza de Ocupación de Vía pública que impedía ceder las plazas del Ayuntamiento y de la Virgen a a los vecinos, pues ambos enclaves quedaban limitados a los actos organizados por el consistorio, sobre todo «mascletades» y actos religiosos, respectivamente. El primer teniente de alcalde, Joan Calabauig, dijo entonces que esa ordenanza «rayaba la inconstitucionalidad en detrimento de los derechos de los ciudadanos» y la tachó de «inaceptable e ideológica» por ir en contra directamente de las concentraciones de las víctimas del metro.