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Divagaciones

Pensamientos que van y vienen

Pensamientos que van y vienen

Uf!, pensé aliviada, cuando escuché a la vicepresidenta señora Oltra decir en «LaSexta Noche»: «Mi despacho está como estaba y no he tocado nada. No tengo tiempo para redecorar, hay cosas más urgentes». En cuanto a la desaparición de la bandera de Europa en la Vicepresidencia dijo que están buscando por la Generalitat las banderas europeas que Francisco Camps ordenó retirar cuando Bruselas decidió investigar los desmadres urbanísticos en la Comunitat Valenciana. Menos mal, porque al pasar por el palacio de Catalá Valeriola, sede actual de la vicepresidencia del Gobierno valenciano y no ver, desde hace tiempo, la bandera europea, me pregunté: ¿nos habrán echado de Europa por mentir o por no pagar? No sé, debemos tener tal cantidad de deudas acumuladas€

Pero, me temo, que en cierta forma, ya hemos empezado con los dichosos símbolos. Todos aquellos que hemos vivido esa guerra en nuestro País/Reino/Comunidad€ estamos un poco traumatizados. La derecha valenciana como carecía, entonces, de ideología, no tenía nada que «predicar»; se apoyaba en sensiblerías y avivaba las emociones de un pueblo en el que escaseaba la educación democrática. Recuerdo con terror los insultos, pintadas y bombas a nuestros mejores intelectuales: Fuster, Sanchis Guarner a quien una tarde tuvimos que limpiar su zaguán repleto de palabras insultantes en un rojo rabioso, Vicent Andrés Estellés€ políticos como Burguera y Muñoz Peirats que fueron «desterrados» de esa política que no toleraba una democracia liberal sabedora del juego de negociaciones y pactos. Que no vuelvan esos días€ Que las nuevas políticas no actúen con superficiales «guiños» para contentar a los suyos, que se centren en resolver tantos problemas que acosan nuestro pueblo. El respeto de un gobernante hacia su pueblo y sus libertades debe ser sagrado. A mi entender, los nuevos políticos se están precipitando en demostrar a sus «electores» que son «salvadores» de algo que no se impone, ni se prohíbe; personalmente me gusta y me emociona ese centenario himno La Muixeranga que me hace pensar en Bach€ La última noche del año, en casa, lo escuchamos solemnemente en silencio. Que vayan dejando que le gente lo descubra, sin tratar de anteponerlo, y menos imponerlo, seamos fieles a la Constitución mientras la tengamos. Particularmente me gusta la música del himno de Valencia, pero eso de: «Para ofrendar nuevas glorias a España»€ me recuerda al conde duque de Olivares, cuando las Cortes de Monzón, «es que a los valencianos los tenemos por más muelles». ¿Desear que a los valencianos nos una todo más que lo que nos separa, es soñar? ¿Tan individualistas somos?

«A Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César». El mismo respeto que debe el Estado a los ciudadanos, se lo debe también la Iglesia, y con toda humildad pediría al cardenal Cañizares que pensara lo que dice, porque en lugar de acercar, aleja.

Las antiguas tradiciones de siglos han acompañado siempre a los pueblos. Pienso que aceptarlas y participar, no hace al gobernante creyente, solo demuestra que es dirigente de todos y, simplemente acompaña a sus ciudadanos. La desafección es mala compañía, aleja al pueblo de los dirigentes. Compartir fiestas y costumbres y ver, por ejemplo, a nuestro alcalde Ribó participar en la batalla de flores resulta gozoso.

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