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Festejos populares

"Para las fiestas de Patraix el PP no nos dejaba ni las vallas"

Las asociaciones de vecinos que organizan festejos populares aplauden el cambio de ordenanza de la vía pública «porque nos sentíamos discriminados»

Calderas para los vecinos durante las fiestas populares de Patraix. vicent m. pastor

La limpieza, las vallas, mesas y sillas, las señales de prohibido aparcar, seguridad privada... entidades festivas como la asociación de vecinos de Patraix afirma que organizar los festejos populares del barrio les cuesta, cada año, un mínimo de 25.000 euros y demasiados quebraderos de cabeza ya que «no es que el anterior equipo de Gobierno del PP no nos ayudara con la financiación, es que no nos prestaba ni el material que tenían guardado en el almacén municipal». Por ello, el anuncio del concejal Carlos Galiana de modificar la ordenanza de la vía pública para igualar los derechos y deberes de las entidades festivas ha sido más que aplaudida.

Y es que el problema principal de la ordenanza aprobada por el PP consideraba a los organizadores de los festejos populares como entidades privadas, lo que implicaba «una discriminación», según los afectados. «La ordenanza actual no nos considera una entidad festiva „explica el presidente de la asociación de vecinos de Patraix, Antoni Pla„ aunque organizamos unas fiestas que ya se celebraban cuando este barrio era un pueblo». Esto suponía para la entidad que todos y cada uno de los gastos corrían por su cuenta. Desde la limpieza de la calle hasta la seguridad privada. El ayuntamiento, hasta ahora, vivía «de espaldas» a los festejos populares que se organizan en este barrio y en otros como San Marcelino o Benimaclet. «Como no era un acto organizado por el ayuntamiento, ni contábamos con respaldo alguno de la corporación, ni destinaban más policía local ni servicios extraordinarios de limpieza. Y ya no es solo eso. No nos prestaban ni las vallas ni las señales de prohibido aparcar. Y eso que tenían de sobra en el almacén municipal. Lo hemos tenido que alquilar todo. Es más, un año que sí nos prestaron las vallas, tuvimos que alquilar una furgoneta para ir a recogerlas, aunque hay un parque móvil del ayuntamiento considerable», relata Pla. Pero ahí no acaba la cosa. Al coste económico que supone pagar todos los servicios que implica la fiesta se sumaba la documentación que había que presentar ante el consistorio. «De todas y cada una de las actividades (que suman entre 70 y 80 actos diferentes) debíamos realizar una ficha técnica explicando lo que se iba a realizar, cómo estaba organizado, las vías de evacuación... aunque fuera un concurso de ajedrez. Y lo mismo pasaba con el mercadillo medieval. Cada puesto de venta debía presentar una documentación propia con sus características. Era un impedimento tras otro», añade el dirigente vecinal.

Colaboración

Por ello, las asociaciones de vecinos que organizan fiestas populares aplauden la modificación de una norma «que aumentó las dificultades que ya tenemos de por sí, para organizar los festejos».

Este año, tanto las fiestas de San Marcelino (que se celebran en septiembre) como las de Patraix (en octubre) contarán con la misma ordenanza y sin ayuda presupuestaria. «Sabemos que el nuevo gobierno tiene el presupuesto que tiene y poco puede hacer al respecto. Pero no buscamos dinero. Con gestos también nos ayudan. No hace falta que el ayuntamiento pague nada para ayudar a determinadas fiestas. Se trata de gestos, de ayudar a las entidades a preparara actividades que, en definitiva, son para el barrio», añade Pla quien, eso sí, afirma que sin la colaboración de los comerciantes, de los vecinos y de los socios de la entidad «no habría fiestas».

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