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La trastienda

Una tradición irracional

Una tradición irracional

Vuelve a la primera línea, y con más fuerza que nunca, el debate sobre los toros. No me refiero en este caso a los de plaza, que también. Los veranos suelen ser generosos en cantidad de eventos de este tipo. Precisamente en la Comunitat son muchas las fiestas mayores que albergan festejos de «bous al carrer». Y sí, el debate en la calle es más fuerte y sonado que nunca. No me parece esta una moda pasajera o caprichosa. La llegada a los ayuntamientos y autonomías de nuevos partidos de tintes más ecológicos y respetuosos hacia los animales y la naturaleza desde sus estatutos y principios es sin duda uno de los motivos más sólidos para que este tema aflore más que nunca.

A los favorables a estas prácticas no les gusta que se esté confirmando por primera vez el paso de las palabras a los hechos. A estos nuevos partidos no les ha temblado el pulso, de momento, a la hora de derogar subvenciones e inyecciones económicas y facilidades desde lo público. Ni siquiera se ha cumplido un trimestre desde las tomas de posesión en ayuntamientos, diputaciones y autonomías y ya se empiezan a tomar las primeras medidas. Y a esto no estábamos acostumbrados. Normal, teniendo en cuenta la cantidad de tiempo que se ha teñido de bipartidismo el mapa local, que ha mostrado cierta ambigüedad a la hora de abordar estos temas, mientras los ciudadanos nos mostrábamos anestesiados a los surrealismos que este país nos brinda a diario.

Otro de los motivos incontestables es la estadística. Justo hace unos días moría en Borriol un vecino de la localidad que participaba en un festejo de este tipo. Y solo en la Comunitat ya van seis en este año. Incluso poniendo el debate en este punto, ¿cómo es posible que las leyes y los reglamentos acepten estas tradiciones, teniendo en cuenta la peligrosidad del acto en sí? ¿Cómo, desde este punto de vista, se puede permitir?

Precisamente los defensores de estos festejos se escudan en la legalidad del asunto. Y estamos hartos de ver cómo las leyes van y vienen, cómo según el signo político de los que llegan se derogan ordenanzas y tantos y tantos reglamentos? Que una ley esté en vigor no significa que sea justa, equitativa y lógica.

Algo más lejos, todos los años afloran las campañas de famosos contra la salvajada que se lleva a cabo en Tordesillas con el Toro de la Vega. Poco se ha conseguido hasta el momento, aunque parece que, a cuentagotas, la oposición a esa fechoría es cada vez mayor y repercute mas en la opinión pública.

Llama la atención el principal argumento que aportan en esta localidad en defensa de estas barbaridades con aquello de que «al que no le guste que no venga, pero que nos dejen en paz y no se metan con nosotros». Pues no. Hay una gran diferencia entre rechazar un festejo (allá cada cuál con lo suyo) a cuando en él se utiliza a un animal, un ser vivo, simplemente por el mero hecho de rendir tributo a una tradición. Porque jamás entenderé qué hay de arte en correr delante de un toro, ponerse en peligro o «embolarlo», por poner solo un ejemplo.

Como decía antes, sobran los motivos para acabar con esta práctica que no dice nada bueno del lugar que ocupamos, en mi opinión, como seres humanos racionales.

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