El gobierno de coalición que lidera Joan Ribó tiene ante sí el reto no pequeño de dar una solución digna y definitiva a las ruinas de la plaza de la Almoina (en realidad, plaza de Junio Bruto). Los técnicos de la Concejalía de Cultura están trabajando ya en un proyecto de reforma de la plaza en base a las distintas alternativas presentadas por el jefe del Servicio Municipal de Arqueología y, hasta el año pasado, director del centro arqueológico, Albert Ribera. Los técnicos han empezado a trabajar esta semana sobre una solución «global» que pasa por reconstruir la plaza aprovechando el máximo de la obra existente, salvo el lucernario con lámina de agua que será eliminado.

La reforma pasa por eliminar la losa de hormigón que cubre las ruinas y construir un nuevo edificio sobre las mismas, que permita integrar los restos arqueológicos y dotar al museo de las instalaciones adecuadas, como salas de didáctica y espacios para los trabajadores, que en la actualidad no existen. «Lo que tenemos son unas excavaciones visitables pero no un museo». De este modo se solucionarían los problemas de humedad y falta de aireación que tiene la plaza arqueológica.

Albert Ribera asegura que en la Almoina hubo un vicio de origen que fue «la falta de debate» a la hora de decidir cómo conservar los restos arqueológicos. Una solución hubiera sido dejarlos a cielo abierto, como están en muchas ciudades, pero al final se optó por una cubierta de obra dura a modo de cripta arqueológica pese a los antecedentes de fracaso en sitios como Notre Dame (Paris) o Grenoble. «Se escogió la opción más cara y más complicada», asegura Ribera, quien admite los problemas que hubo entre el servicio de arqueología y el director de la obra, el arquitecto José María Herrera. La plaza es «lesiva» para los restos arqueológicos. «Se pensó en lo estético y no en las ruinas», zanja Ribera. A los problemas de falta de funcionalidad de la plaza se añaden la ausencia de una buena promoción pública. El ayuntamiento no ha invertido hasta ahora dinero en campañas divulgativas. Los turistas llegan a la Almoina porque se la encuentran de paso. «La Almoina tiene un gran potencial, pero está desaprovechado», dice Ribera.