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Una procesión que da identidad a un pueblo

La Processoneta del Matí ensalza el cruce de culturas y civilizaciones

Una procesión que da identidad a un pueblo

El mejor promotor y embajador de tan singular fiesta fue siempre el canónigo e historiador Vicente Castell Maiques. Escribió ingente cantidad de páginas e impulsó desde su gran sencillez y discreción cualquier cosa que potenciara lo relacionado con las solemnidades de la Mare de Déu de la Salut. Todos los años me arrastraba a Algemesí a ver la Processoneta del Matí, síntesis y base de la identidad del pueblo, mezcla de la historia, cultura y religiosidad popular.

En el corto trayecto entre la Capella de la Troballa, lugar que recuerda el hallazgo de la imagen de la Virgen „románica en origen por estar sentada y con el Niño sobre la rodilla izquierda a la manera de Trono Sabiduría, de madera, del siglo XIV, que fue inmolada como tantas otras en la pasada guerra civil„ y la Basílica de san Jaime se invierte toda la mañana. No hay prisa, ni ganas de introducir el anda con la imagen en el templo mayor, pues es el momento en que pertenece al pueblo y hace de ella lo que bien le parece.

La fiesta se remonta a 1247, aunque tal y como se le conoce ahora fijan los expertos en 1650 su proceder, siendo de 1733 el nacimiento de la muixeranga y els muixerenguers. Museo e historiadores tiene la fiesta, dignos de visitar y leer, durante todo el año son un libro abierto de la fiesta. Ayer fue la Processoneta del Matí donde se contempla el compendio de siete siglos de historia en común de musulmanes, judíos y cristianos, con danzas y músicas, que, sin embargo, transportan mucho más allá, al menos a la época greco-romana.

Lo que más llama la atención son las torres humanas que alzan los del lugar a los sones de la Muixeranga, con sus compases largos y ampulosos, reposados y cadenciosos, que se enseñorean del pueblo, rematadas siempre por un niño o niña. Bailes festivos en honor de la Virgen, vigorosos y con nervio son los de Els Bastonets „danza guerrera„, la del trenzado de cintas dels teixidors del XVII, su rica época de la seda, la dansa dels Arquets, els Pastorets, les Llauradores con el baile del bolero, y la dels Tornejants, integrada por caballeros que semejan luchas de esgrima con sus pasos de florets i fuga y visten a la manera griega, semejan los soldados de gala y honor de la actual Grecia. Y la apoteosis final, cuando la imagen llega a San Jaime. Todos se alborozan, saltan de alegría, los bailes se convierten en más trepidantes y los Tornejants extreman su escolta. Intentan y no quieren, pero al final dejan, que la Virgen entre la iglesia, para su gran fiesta.

Un cruce de culturas, de civilizaciones, de tradiciones y, sobre todo, de amores, que hacen recrecer en los habitantes de Algemesí su sentimientos patrios, custodes y conservadores de antiquísimos valores, que se desbordan con ímpetu como su Xúquer en fervor y pleitesía por la que es indiscutible seña religiosa de la población, aunque en su escudo municipal perdure a caballo Santiago Apóstol.

Si van a Algemesí no se pierdan visitar el antiguo convento de los Domínicos , fundado por el hijo de la población P. Bleda en 1590, y que funcionó como tal hasta 1835, desalojado con la Desamortización y exclaustración de las órdenes religiosas. Antes, los franceses, cuando la Guerra de la Independencia, ya lo saquearon y sus bellísimas obras de arte fueron vendidas en París a la Zarina de Rusia y hoy llenan una de las salas del Museo de l´Ermitage de san Petersburgo. Vueltas que da la vida.

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