Es una tradición siempre esperada la de felicitar a los parientes y amigos en el día de su Santo. Y hasta en las agendas nos anotamos los nombres en las fechas señaladas para que no se nos olvide y procurar ser los primeros. Pero con las normas del calendario nos vemos a menudo sorprendidos; porque es muy frecuente que del mismo nombre haya dos personajes elevados a los altares y no sepamos nuestro amigo, compañero, conocido o pariente a cuál de ellos corresponde. Si usted tiene un amigo que se llama Vicente, dudare lo mejor el día del apellidado Ferrer o del que fue Mártir. Y dudamos, para llamar a Antonio, si hay que desearle lo mejor en enero, el día del Abad, o en junio, el 13 con el Santo de Padua.

Y sigamos. A Isabel, ¿qué día? El de la Santa de Hungría o el de la prima de la Virgen María? Vemos el 19 de marzo, día de San José, padre de Jesús: ¿Y San José de la Montaña? Si hablamos del amigo Juanito, dudaremos en felicitarle el día del Apóstol, o el del Bautista?Con San Pedro no sabemos el día, pues puede ser por el Apóstol o por el de Alcántara o por el Nolasco Y veamos los «Franciscos»; también hay más de uno en el santoral. Y Santo Tomás, que hay el de Aquino y el Apóstol, que ambos rompen el refrán que dice: «Santo Tomás: uno y no más». Y a Luis no sabemos si telefonearle el día del rey de Francia o del otro. Y ahora que hemos conmemorado el centenario de Santa Teresa de Avila, ¿habrá quien dude si su homenajeado de refiere a la Teresita del Niños Jesús? Pero hay otra dificultad surgida con el nuevo calendario de la Iglesia. Porque hay santos a los que han cambiado la fecha y ello lleva a confusión a los amigos y parientes. A quien esto firma, ahora le llaman algunos el 29 de septiembre, cuando siempre ha sido el 24 de octubre. Y los «Enriques», que siempre lo celebraron el 15 de julio y ahora lo han adelantado uno o dos días. Y Santa Rosa también ha obligado a llamar diferentes días para agasajar a quienes así se llaman.

Vamos a tener que recurrir a los cumpleaños para quedar bien con amigos y parientes. Porque lo de los Santos cada vez nos lo ponen más complicado. Y eso es más difícil de recordar, porque el nombre es fácil retenerlo en la memoria, ¡Pero la fecha del nacimiento!

Total, que a quien ha vivido décadas le viene bastante cuesta arriba saber a qué atenerse a la hora de felicitar a un pariente o amigo. Un lío.