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El jardín del Turia

El jardín del Turia

Creo que ya he escrito en alguna ocasión que una de las cosas que más me apasionan además de la política y mi familia, es hacer deporte. Me gustan prácticamente todos pero cuando más disfruto es cuando los practico, por eso cuando estoy en Valencia y tengo tiempo, salgo a correr por ese lugar privilegiado que tenemos los valencianos como es el Jardín del Turia.

Todavía me acuerdo cuando apenas tenía veinte años y todos los fines de semana me bajaba a correr al río con mi perro «Buster», un cocker al que le encantaba descubrir conmigo aquel espacio que por entonces apenas tenía árboles, había mucho descampado con tierra y polvo pero ya se podían vislumbrar todas las posibilidades que ofrecía.

Desde entonces he bajado a correr muchísimas veces al río y así he podido ir comprobando cómo se ha ido construyendo, mejorando y consolidando en los últimos años, como uno de los lugares preferidos por los valencianos para practicar deporte.

Mucho antes del verano ya pude apreciar el desarrollo de las obras de adecuación del tramo para corredores pero aún no había tenido oportunidad de ver el resultado final y sobre todo de probarlo corriendo, así que, el pasado sábado tenía ganas de experimentar personalmente cómo habían quedado las obras del circuito de cinco kilómetros que recorre el río. Me puse las zapatillas y me dirigí a esta singular instalación y enseguida comprobé la excelente labor que ha llevado a cabo de forma altruista la Fundación Trinidad Alfonso, presidida por Juan Roig, invirtiendo dos millones de euros en este equipamiento deportivo para nuestra ciudad.

Inmediatamente, todas las emociones se me pusieron a flor de piel, es verdad que cuando practico algún deporte, en especial cuando salgo a correr, ya sea aquí, en Valencia, o en Madrid en el parque del Retiro, me encanta disfrutar del paisaje y a la vez que voy corriendo me gusta observar y admirar la naturaleza a mi alrededor. Correr por este circuito especial ha sido una experiencia increíble además de extraordinaria. Hay momentos, por ejemplo en la zona de los campos de rugby, en los que tienes la sensación de estar atravesando un bosque pese a estar en pleno corazón de la ciudad.

Sencillamente me encantó todo el circuito, además stá perfectamente señalizado, marcando la distancia que estás recorriendo durante todo el trayecto mediante unos hitos de hierro en el suelo. El recorrido discurre desde el puente del Nou d'Octubre hasta el final del Palau de la Música, casi en el Gulliver. Son cinco kilómetros de ida y vuelta que para los que ya estamos entrenando para la próxima carrera de 10k es perfecto y en los que me encontré a múltiples corredores de todas las edades, desde niños corriendo con sus padres, hasta grupos de amigas entrenando y, cómo no, personas mayores que disfrutaban, como el que más, haciendo ejercicio al aire libre. Y, además, el tramo también aporta información histórica y cultural de los puentes así como de los monumentos que se sitúan a ambos lados del río en este itinerario.

En definitiva una experiencia que recomiendo y que, como ahora empieza a anochecer antes, si os pasa como a mí finalizará espectacularmente corriendo entre las luces que marcan el recorrido en el suelo.

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