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Entre acequias

Una huerta digna de reyes

Una de las huertas más famosas de Valencia fue la del Palacio Real, actual jardín de Viveros «La huerta del rey era muy amplia, estaba sembrada de frutos y había acequias y estanques», describió en 1494 el viajero Münzer

Una huerta digna de reyes

«La huerta del rey era muy amplia, estaba sembrada de diversos frutos y había acequias y estanques». Así describía el viajero alemán Jerónimo Münzer en 1494 el entorno del Palacio del Real de Valencia, derribado en 1810 y del que hoy solo se conservan sus jardines (del Real o Viveros). El desaparecido Palacio Real de Valencia fue en época islámica una finca de recreo real (almunia). Cuando Jaime I conquistó Valencia en 1238 quedó seducido por la belleza y tranquilidad del lugar y ubicó allí la residencia real, que en los siglos posteriores sería sometida a numerosas remodelaciones. El descubrimiento en 2006 en un archivo de París de los planos de 1802 del Palacio del Real, realizados pocos años antes de su demolición, ha permitido recuperar la memoria del palacio.

Se sabe que las huertas del real estaban destinadas al autoabastecimiento del palacio y contaban con zonas de jardín y zonas de huerta, así como con espacios de transición. Respondían a la tipología del huerto valenciano, del que apenas quedan ejemplos en la ciudad.

Uno de los principales motivos de fama del Palacio Real desde época medieval eran sus jardines, los espacios de recreo que estos representaban y sus vistas. Felipe II en la primera mitad de la década de los sesenta ordenó en varias ocasiones a su «mestre racional» que enviase a Aranjuez naranjos, limoneros, frutales y moreras de los que se cultivaban en los jardines del real.

Uno de los grandes acontecimientos que acogió el Palacio Real de Valencia fue el enlace de Felipe III con Margarita de Austria. Las crónicas que trataron el enlace real destacaron que los jardines y huertas del entorno del real eran «muchos y buenos», como el de Vivel que «disponía de estanques con peces y barca dorada para su captura, o el de la Carrasca, contiguo a otro mayor que daba al Llano del Real». Así lo explican Luis Arciniega y Amadeo Serra en el libro monográfico «El Palacio del Real. Los planos de Manuel Cavallero 1802», editado por el Ayuntamiento de Valencia.

Anthonie van den Wijngaerde realizó en 1563 la primera imagen completa que existe del conjunto aúlico y en la que se aprecian diferentes formas de utilización del espacio, desde el uso residencial, focalizado en el propio edificio real hasta el lúdico, también el trabajo agrícola y los jardines cercanos al convento de la Trinidad.

La historiadora Mercedes Gómez Trénor explica en su libro «El Real de Valencia» que casi todos los reyes que vivieron en el palacio mostraron su interés por los huertos y jardines que con el paso de los años se fueron engrandeciendo y embelleciendo. «Orts dels marbres», «bosch dels tarongers» y el «ort major» son algunos de los espacios en que se organizaban las huertas del palacio, en cuyos lados había andadores o paseos para recorrer los huertos sin enfangarse.

El real, conocido el palacio de las 300 llaves, vivió momentos de esplendor y también de decadencia. El derribo del edificio ordenado por el gobierno de la ciudad durante la guerra del francés se justificó por razones defensivas y estratégicas.

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