No es lo mismo una silla que un sillón, taburete o trono. Y salvando algunas diferencias de tamaño, un «síndic» del Tribunal de las Aguas adopta la misma postura que Abraham Lincoln en su célebre estatua del National Mall de Washington. «Porque es un sillón presidencial». Nuevos, relucientes y prácticamente eternos. Así son los nuevos asientos que, pasado mañana, estrenará el consejo de regantes del campo valenciano. Es la donación que ha realizado la empresa Aguas de Valencia, dentro de las acciones con las que conmemora el 125 aniversario de su fundación.

El maestro ebanista Carlos Soriano ha sido el responsable de la confección de los nuevos asientos. Es el mismo que, hace doce años, restauró los actuales, que ahora pasarán a formar parte de una muestra organizada por la empresa y que, posteriormente, quedarán custodiados en la Casa Vestuario a la espera de que se promueva un museo dedicado a tan centenaria institución judicial. Los nuevos son una reproducción fiel de los que han prestado servicio a varias generaciones de «síndics». «Han sido realizados en madera de fresno. Es un material fuerte y denso, que tiene un dibujo muy agradecido. La talla es una reproducción fiel de los anteriores, así como las tachas, que son de aluminio». Tan sólo hay una ligera modificación: el cuero de los respaldos y los asientos, de piel de vaca, es de un color más oscuro que las anteriores. Que han clareado con el paso de los años, pero que ahora son más sufridos. Es lo que, sí o sí, antes necesitará una restauración, porque lo que es el asiento es para toda la vida. «¿Cuanto puede durar? Lo que se quiera. Cien, doscientos o trescientos años sin problemas. Con que esté bien cuidado es suficiente». Con pan de oro se realiza el grabado de las acequias representadas en el tribunal.

Y lo más importante: «son cómodos. Son para escuchar, deliberar y decidir. Quien toma asiento tiene que estar a gusto. Y aquí, lo estarán». Todos los jueves, ahora como hace cientos de años.