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La trastienda

Valencia y la seda

Valencia y la seda

Muchos valencianos aprovechan el primer puente una vez pasado el verano para salir de la ciudad. Otros no queremos, no podemos o sencillamente nos quedamos por aquí, buscando planes locales para aprovechar el tiempo libre.

Relaja pasear por El Carmen. Y aparcar, en estas fechas, es incluso una posibilidad alcanzable. En la Plaza del Ocho y Medio siempre llama la atención su estrecha finca, ahora convertida en local de hostelería donde se puede beber y comer incluso a media tarde. Los turistas acuden en masa, guiados por la bandera de turno suspendida en las alturas que les indica a la persona que se va a encargar de explicar la cuestión. Los guiris se paran, la rodean en círculo, dudosos entre lo que ven y lo que les dicen mientras miran sorprendidos y confusos la curiosa fachada.

Dejándola atrás, sus calles siempre suelen llevarme al mismo sitio. Bien desde Tapinería, a través de la Plaza Redonda, bien por otras callejuelas estrechas llenas de preciosos murales, acabo en las escaleras que me ofrecen de frente el Mercado Central, o a la derecha, La Lonja. Y es esto lo que me hace recordar el objetivo que desde hace años, una serie de personas ilusionadas y convencidas, llevaban persiguiendo y por fin han conseguido con éxito. Uno de ellos, José María Chiquillo, es coordinador del programa UNESCO en España de La Ruta de la Seda, y uno de los motivos por los que hoy, Valencia, ya está dentro de esta iniciativa. Estudios, documentación y sobre todo paciencia y ganas han hecho el resto. No ha sido fácil. Lo he escuchado a lo largo de este último año en diferentes medios tratando de explicar y difundir, apasionado, lo importante que esto podía ser para la ciudad.

Este logro no solo se ha valorado positivamente a nivel local. El pasado mes de mayo desde el Ministerio de Industria, Energía y Turismo se lanzaba la pertinente nota de prensa anunciando la inclusión de España como el treinta y dos estado miembro de este programa, destacando Valencia como ciudad referencia. Y para que esto ocurriera fue imprescindible la petición del Centro Valencia Unesco- Mediterráneo junto a la Universidad de Valencia.

Antiguamente los comerciantes emprendían larguísimos viajes en busca de nuevas rutas comerciales o de consolidar las ya existentes. Y este fue uno de los motivos de acercamiento entre los continentes de Asia y Europa. De ahí su importancia. Hoy los objetivos son bien claros: conocer a fondo la historia y acercar pueblos entre sí, enriqueciéndose racial y culturalmente. Y aquí Valencia tiene mucho que decir desde que el Islam trajera la seda a la península, allá por el siglo VIII. Se cultivaba a través de las moreras, y una serie de circunstancias, todas ellas positivas, puso a Valencia en auge, superando a otras ciudades del país que a priori parecían contar con más recursos para encabezar la lista, desde la materia prima hasta su comercialización. La Lonja y el Colegio de Arte Mayor de la Seda son el eje conductor, e imprescindibles para entender a la ciudad en este contexto.

El halo misterioso que siempre ha desprendido esta ruta llamó la atención de uno de los escritores más valorados en la actualidad, Alessandro Baricco, que dedicó una de sus mejores novelas, Seda, a este antiguo camino. Lo más importante ya se ha conseguido: reconocer a Valencia dentro de la misma. Ahora se trata de auparla al puesto que merece, entre ciudades punteras como ya lo son Venecia o Xian, en China, donde se celebró el primer encuentro oficial de países el pasado verano. Ahora nos toca a los valencianos ser los anfitriones en el próximo mes de junio. Porque no solo es importante conocer nuestra historia desde dentro. También lo es acreditarla de puertas hacia fuera, entendiendo así las diferentes relaciones con otros pueblos y culturas. Y en eso estamos.

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