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El futuro ya está aquí

El futuro ya está aquí

Colas de adolescentes en el cine, me pregunto por qué y la respuesta es que el ayuntamiento ofrece cine como alternativa al botellón. Me parece genial, mejor una buena peli que esa cultura del beber por beber. Pero después me planteo, ¿qué van a ver? Porque, claro, si dejas el botellón para ver una peli de esas de vampiros cansinos o de esas en las que el único argumento es crear la atmósfera adecuada para que el guapete de turno se quite la camiseta pues no es mucha alternativa. Al fin y al cabo el botellón les destroza las neuronas a corto plazo y cierto tipo de cine lo hace a largo plazo. Lo malo es que entones el problema ya no tiene solución y puede que se lancen al botellón con cincuenta años. Con la entrada deberían dar un prospecto como el de los medicamentos o poner mensajes como los del tabaco, esta peli le perjudica a usted y a los que están a su alrededor. Pero es que ya no se hacen pelis para adolescentes como las de antes (qué viejuno ha sonado eso). Y es que en nuestra época (esto aún más) teníamos las maravillosas aventuras de los Goonies, a McFly regresando (por cierto, el miércoles pasado) al futuro e historias de amistad extrema como Cuenta Conmigo. Eso nos forjó, creó nuestra personalidad de generación intrépida y aventurera. También es verdad que luego, a esa misma generación, nos llegaron los ochenta y se nos olvidó todo. Pero bueno, siempre queda algo, aunque sea en forma de pequeños detalles. Como no poder evitar sonreír al ver un pozo de los deseos o llamar condensador de fluzo a cualquier máquina que no sepamos para qué sirve. A no ser que sea la máquina que hace ping, porque también vivimos la mejor época de los Monty Python. El caso es que cuando en esa época imaginábamos el 2015 estábamos seguros de que sería algo muy parecido a lo que Marty vivía.

No tenemos gorras holograma pero para algunos parece que este viaje en el tiempo no ha tenido lugar. Y me refiero al desenterrado tema de la batalla de Valencia. Eso se supone que se quedó en los ochenta. Extraña la noticia de que vayan a derogar la Ley de señas de identidad, ¿a quién extraña? Era algo que todos los partidos llevaban en su programa, todos los partidos con los que no se contó a la hora de hacerla, claro. Y ahora Isabel Bonig dice que si la ley molesta porque ayuda a Lo Rat Penat y la Real Academia de Cultura Valenciana y esgrime que a lo mejor les molesta porque «no son de los suyos». ¿Eso quiere decir que son de los que hicieron la ley? Si es así ¿se hizo una ley para los que son suyos?

No se, pero una ley de señas de identidad que no cuenta con todos los identificados es un poco imposición de identidad. Que ya de por si suena contradictorio. Además, ¿para eso no tenemos ya un Estatut?. Vivamos en 2015 de una vez que si aparece Marty no tenga que decir «qué fuerte, Doc».

De todas formas aún hay cosas que te reconcilian con el futuro. Con ese mundo ideal que la mítica cinta nos hizo imaginar. Una película súper friky que te hace volver a creer en el ser humano y que recomiendo a esos adolescentes enganchados al botellón, se llama Kung Furyn y es indescriptible. Un concejal del Ayuntamiento entrando en una acto social de la mano de su marido, eso si que lo esperaba del futuro y lo vi el otro día. Me emocioné.

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