El centro histórico contará con una «ordenanza de colores» para poner orden en las intervenciones exteriores y de fachadas de los edificios de Ciutat Vella. Así lo anunció ayer el concejal de Desarrollo Urbano, Vicent Sarrià, al término de la comisión de Urbanismo, donde se aprobó la «recomendación» de la Generalitat de «refundir en un solo documento» toda la normativa, los planes y los catálogos referidos a los planes de especial protección de monumentos en Ciutat Vella. En este momento „admitió el concejal„ «hay un auténtico bosque de actuaciones y normativas» referidas a esta parte de la ciudad. Sarrià comentó que esta sugerencia «estaba prevista» ya por parte de la Concejalía de Urbanismo. «Era una cuestión que teníamos prevista y que estábamos impulsando y cuyos trabajos se iniciarán el próximo año». «Entre ellos se incluirán unas normas urbanísticas específicas, que añadan una ordenanza de color para los distintos ámbitos del centro histórico», destacó el concejal.

En Ciutat Vella existe una normativa municipal que «recomienda» mantener una gama cromática determinada, si bien en algunas rehabilitaciones no se está teniendo en cuenta.

La normativa actual sobre los colores de los edificios en la ciudad se limita exclusivamente, al distrito de Ciutat Vella y a aquellos edificios que tienen una protección especial por tener valor patrimonial. Se trata, además, más de una recomendación que e una obligación puesto que no incluye sanciones al respecto.

Una investigación de los profesores de arquitectura de la UPV Camila Mileto y Fernando Vegas sobre los edificios de Ciutat Vella y su evolución histórica a lo largo de ocho siglos revela que los colores más utilizados han sido el albín, la almagra, el añil o índigo, el bermellón, el bol, el carmín, el minio, el ocre, el oropimente, el albayalde o el carbón vegetal.

Uno de los estudios más concienzudos que se han realizado sobre los colores en Ciutat Vella lo hizo la catedrática Ángela García Codoñer, coautora del libro «El color de Valencia. El centro histórico». La investigación duró dos décadas concluyendo que la gama cromática del centro histórico es muy amplia, aunque los colores predominantes son los ocres, seguidos de la almagra, el color óxido y el tierra. El uso de colores más fuertes, como el verde o el azul, se utilizaba, según García Codoñer, para pequeñas áreas ornamentales con el objetivo de dar más vistosidad a las excepciones. También, apuntan Vegas y Mileto, en los tratamientos higienistas.

García Codoñer puso a disposición de la Dirección General de Patrimonio y del Ayuntamiento de Valencia su investigación, que ahora podría servir de base para redactar la nueva «ordenanza de colores».