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La trastienda

Más música en la calle

Hablaba la pasada semana de la salud de la música en Valencia. No de la que llega a todas partes con grandes campañas de marketing, sino la de los pequeños circuitos regulares que nutren la vida diurna y nocturna de la ciudad. Sí, también diurna si atendemos a la cantidad de propuestas para poder ver conciertos en directo en formato matinal los fines de semana. También comentaba la necesidad de intervención institucional en la materia, favoreciendo estos pequeños circuitos, de forma directa, y a la vez a través de la educación con una buena dosis de buena praxis, precisamente lo contrario a lo que nos tienen acostumbrados los antecesores, dejando absolutamente de lado este sector.

Justo ayer se publicaba en este mismo medio la intención del ayuntamiento de permitir que los músicos que tocan en la calle puedan utilizar amplificadores. Hay que frotarse los ojos antes de asimilar la noticia. Normal, supongo, por lo poco que nos tenían acostumbrados, años atrás, a este tipo de noticias, a través de ordenanzas municipales que no solo no permitían la posibilidad de tocar en la calle, sino que castigaban con multa tal fechoría, si no se adjuntaba la licencia correspondiente, considerada como desorden o alteración del orden público. Una ordenanza que se reformó y endureció los últimos meses del anterior gobierno. Todo un disparate. Sobre todo si tenemos en cuenta que no lo eran, sin embargo, las bochornosas e interminables noches de carpa fallera, en muchas ocasiones funcionando desde el primer día de marzo, vacías por defecto, con exceso de decibelios. Podían, claro. Estaba permitido. Supongo que para algunos tenía mucho más contenido artístico que otras iniciativas no solo no permitidas, sino también perseguidas.

Uno no acaba de entender este tipo de cosas. O sí, teniendo en cuenta que hay más votos en juego en cualquier gremio antes que el de los músicos, por estadística histórica más cerca de la izquierda que de la derecha. Ya me entienden. Cierto que es motivo de celebrar, intenciones y esqueletos de futuras iniciativas, pero no hay que dejar de analizar los motivos que llevaron a otros a olvidar a los músicos de la ciudad durante años, relegados a la única opción de la vía privada, si el objetivo era tocar en salas nocturnas, o al vacío o la incertidumbre de la denuncia, si era la calle el objetivo autoimpuesto por el mismo artista.

No solo, a partir de ahora, se abrirá la Plaza del Ayuntamiento para que puedan desarrollar sus iniciativas. Se pretende modificar la ordenanza para reducir los trámites administrativos (el registro para poder tocar en la calle pasará de ser trimestral a ser semestral, puede incluso que llegue a concederse licencia anual ininterrumpida) y se facilitará el uso de amplificadores. Es entendible la disconformidad de asociaciones de vecinos, pero a buen seguro regulando los horarios y respetando el descanso, todos podemos salir ganando. Justo hace unos días participaba en la Mostra d´Arts Escèniques de Castelló. Seis escenarios recorriendo las calles y las esquinas de la ciudad, y una de las experiencias más gratificantes que he tenido últimamente. La gente paraba, curioseaba, algunos aguantaban de pie los veinticinco minutos que duraba el pequeño concierto. Por todo ello es importante la música en la calle. Palabra de músico.

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