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Un día en la vida

Salvar el patrimonio valenciano

Si por algo han destacado estos 24 años de la derecha en el gobierno municipal, han sido sin duda por poner en peligro, casi siempre irreversible, el conjunto del patrimonio valenciano. Se contó con la complicidad legislativa y política de la Generalitat Valenciana, que puso todo su poder a disposición de las constructoras, provocando un cambio de la fisonomía del País Valenciano, dejando el medioambiente y el patrimonio, en algunos casos, heridos de muerte.

Es necesario actuar ya, a través de la redacción de un Plan Estratégico para salvar el Patrimonio Valenciano, tal y como de manera insistente han venido reivindicando Esquerra Unida y entidades como el Círculo por la Defensa del Patrimonio Cultural. Nuestro patrimonio material necesita de una defensa constante, perfectamente reglamentada, coordinada entre las tres administraciones públicas, que contenga los elementos precisos para que se pueda actuar sin dejar pasar el tiempo, factor éste, que como hemos visto en demasiadas ocasiones, acaba siendo fatal para aquello que se quiere proteger.

Son numerosos los elementos patrimoniales sobre los que hay que actuar con celeridad, y a veces su desconocimiento es el principal acicate a superar. Uno de ellos es, sin duda, la Alquería Julià ubicada en el barrio de Nou Moles. Si bien la situación de las alquerías en nuestra ciudad podrían ser la postal que reflejara el abandono y el desinterés para con el Patrimonio que tuvo el Partido Popular, el caso de la Alquería Julià es extremadamente alarmante por su abandono y degradación.

Esta Alquería, que en otros países estaría sin duda, no protegida sino blindada, es un conjunto agropecuario del siglo XVII, edificado en estilo manierista y barroco, y está incluida en el Catalogo de Bienes y Espacios protegidos del Ayuntamiento como Bien de Interés Cultural. La Alquería se situaba en su origen en la huerta valenciana camino de Mislata, quedando en la actualidad adherida a la trama urbana de la ciudad. Como bien ha denunciado el activista en defensa del Patrimonio Antonio Marín, este edificio, que por cierto es propiedad de Bankia, presenta en la actualidad un estado de conservación preocupante, con maleza en la torre y las cornisas; han desparecido los azulejos que decoraban la parte inferior de los balcones y se desconoce la situación del interior de la misma dado que permanece cerrada y sin uso desde hace años.

De poco sirve que en la memoria de declaración BIC se afirme que la Alquería tiene valor ambiental, histórico, artístico, cultural y patrimonial o que su tipología e integración urbana sea un modelo de referencia cultural y arquitectónico, si después el Ayuntamiento se niega reiteradamente a adquirirla en los últimos 8 años y convertirla en un centro sociocultural tal y como pedían l@s vecin@s.

Esto demuestra en qué pueden quedar las declaraciones BIC o de Bien de Relevancia Local si las mismas no van seguidas de una actuación inmediata, acompañada por la partida presupuestaria necesaria para salvar realmente aquello que se afirma proteger. No olvidemos que la recuperación del patrimonio supone también la creación de nuevos yacimientos de empleo. Y ni una cosa ni otra pueden esperar más tiempo.

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