Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

No pareces tú

No pareces tú

Paseando esta semana por el centro me topo con la espectacular la instalación artística de la Plaza de la Virgen. Me gustó, como muchos transeúntes me paré a verla y a recorrerla. Entablé conversación con varios espectadores igualmente sorprendidos. Los comentarios eran «¿qué es esto?, ¡qué europeo!, ¡parece una plaza extranjera!, ¡no parece Valencia!» Vamos, que en general era eso, que daba la sensación de estar en otra ciudad. Comentario que no sabes cómo tomarte, como cuando te haces algo en el pelo o en el maquillaje y te dicen «qué guapa estás, no pareces tu». Era cierto, no parecía Valencia, nunca lo parece cuando se pone en marcha Intramurs, la ciudad parece otra, más europea, más cosmopolita y en esta edición, con esa gran instalación, aún se hacía más patente el cambio.

Tengo que admitir que soy más de Russafart, Intramurs siempre me ha parecido demasiado «moderno» en el sentido más estirado del término. El de mi barrio en cambio es más «de andar por casa» en el sentido más auténtico del término. En cualquier caso me encantan los festivales urbanos y es algo que en esta ciudad se echaba de menos, al menos en la visualización. Eran algo como de tapadillo, nada que ver con los espectaculares montajes de otras ciudades donde los reclamos gigantes no dejan indiferente a nadie. Parece mentira, en una ciudad en la que nos encanta estar en la calle, disfrutar del arte, de la música, hacer cosas exageradas, llamar la atención, deberíamos ser el vivero ideal para estos grandes festivales urbanos. Ya se que tenemos el más grande, las fallas, pero a pesar de todo el arte y la creatividad que encierra nunca se ha tenido como tal, una pena. Sin embargo se ha potenciado de manera desmesurada al lado de esos otros festivales que aportan visiones tan diferentes. Proyectos que han sobrevivido por el empeño de los organizadores que han apostado por su ciudad, por traer aquí lo que están cansados de ver en otros lugares, por sorprender y sacarnos de la rutina. Pero los gobernantes no lo veían, durante mucho tiempo se ha dejado de lado la rentabilidad social a favor de la rentabilidad económica. Todo se cuantifica, ¿cuánto dinero aporta a la ciudad? es la pregunta ante cualquier iniciativa.

Los grandes eventos se valoraban por los dividendos que dejaban, muchas veces no se sabe dónde. Grandes eventos que no aportaban nada a nivel social o cultural, que no llegaban a la ciudadanía. Escuchábamos hablar de los millones que entraban pero mirabas tu monedero y seguía estando igual. Prefiero la rentabilidad social, iniciativas que me aporten, que enriquezcan, que sirvan para elevar el nivel cultural de la ciudad, para sociabilizar con los vecinos, para hacer la vida más bonita. Esta debería ser la apuesta de los gobernantes, una apuesta por el valor social, cosas que hagan que la ciudad esté más cohesionada, que sus habitantes hablen entre ellos, opinen, una ciudad que sirva de escenario para todo tipo de manifestaciones artísticas. Que haga sonreír a la gente por la calle, que la haga pensar, que la forme. Y si buscan rentabilidad económica la van a tener, como diría Bogart, tal vez no hoy, ni mañana, pero algún día y para siempre. Estoy convencida de que con más arte en las calles se ahorraría mucho en tratamientos para la depresión.

Compartir el artículo

stats