El alcalde de Valencia, Joan Ribó, expresó ayer su deseo de peatonalizar de manera «urgente» el entorno de la Lonja. Lo hizo durante una conferencia pronunciada en el Club de Encuentro Manuel Broseta, en la que también denunció la herencia económica recibida y apostó por la rehabilitación y la agricultura para recuperar el empleo. En un foro exigente, en el que estaban presentes los consellers Mónica Oltra, Manuel Alcaraz y Vicent Soler, el alcalde dejó constancia de la «voluntad de cambio plural» que se ha marcado el tripartido después de 24 años de gobierno, dijo, en los que ha primado una «concepción de poder rodeada de sistemas de seguridad, coches oficiales, aislamiento intencionado y afición destacada por la suntuosidad y el lujo».

El primer y gran enemigo con el que tendrá que lidiar será la deuda dejada por el anterior equipo de gobierno: la del propio ayuntamiento (717 millones), la de la Marina Real (440 millones), la del Parque Central (115 millones)), o los 25 de la EMT. Sólo la Marina Real genera 20 millones de deuda al año por el impago de los vencimientos.

Se trata, en definitiva, de una «herencia que condicionará y limitará las actuaciones municipales en los próximos años», explicó Ribó, aunque ello «no nos parará „añadió„ en nuestra apuesta por hacer una ciudad dedicada al bienestar de sus habitantes».

En ese empeño, el alcalde informó de su decidida apuesta por la movilidad, la transparencia y el empleo. Así, reiteró su deseo de recuperar espacios para los viandantes (ampliando aceras y recortando terrazas) y anunció la peatonalización de «algunas plazas emblemáticas». Una de ellas será la Plaza de la Reina, cuyo proyecto ya está en fase de redacción, y otra será la Plaza del Mercat, más exactamente «el entorno de la Lonja», donde, según dijo, «urgentemente hemos de eliminar todo el tráfico de paso que no sea imprescindible para el Mercado Central y calles adyacentes».

Rehabilitación y agricultura

Por lo que se refiere al empleo, el alcalde recordó que la última EPA da a Valencia una cifra redonda de 80.700 parados, cifra que pese a no ser una competencia municipal, espera rebajar. Para ello potenciará la rehabilitación de viviendas; ayudará a los mercados y al comercio de proximidad, para lo cual limitará las zonas de libertad horaria; acabará con la sangría de plantilla en el consistorio, que pierde 110 funcionarios todos los años por jubilaciones; y recuperará la agricultura.

Es más, la huerta tendrá un tratamiento especial como «patrimonio natural y eje fundamental de la personalidad de Valencia», prueba de lo cual será un nuevo Plan General en el que se liberarán las 425 hectáreas amenazadas por el plan del PP y se apostará por la rehabilitación de viviendas ya construidas y la construcción de las zonas urbanizables del Plan General de 1988, realizado por el primer gobierno socialista y vigente hoy en día.

En última instancia, habló de participación y transparencia, dos ejes de su gestión que tienen reflejo en los presupuestos del año que viene. Siete millones de euros de inversiones, recordó, los asignarán los propios vecinos.