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La Reina Germana

Una doña Germana inédita

Es la primera vez que se publica en España la interpretación que hizo, alrededor de los años veinte, Cheri Herouard sobre la última esposa de Fernando el Católico

Una doña Germana inédita

Todos somos París esta semana. La masacre terrorista nos compele a solidarizarnos con esas víctimas inocentes que pudimos ser cualquiera. Por ello dedicaremos el artículo de este sábado a un tema francés, y a una joya francesa que hemos encontrado casualmente.

Hasta ahora la imagen oficial de Germana de Foix, última reina de Valencia como esposa de Fernando el católico y primera virreina como delegada del Emperador Carlos, era ese solemne retrato donde aparece mayestática y llena de pompa.

Hemos descubierto una nueva interpretación gráfica de la fundadora del monasterio de san Miguel y de los Reyes que rebosa sensualidad y simpatía. Se trata de una acuarela firmada por Cheri Herouard, donde aparece en compañía del rey Francisco I de Francia. El título de esta obra es «Francisco I baila con doña Germana en el palacio de Valencia». Se subastaba en Francia, y pujamos para rescatar el singular documento y traerlo a Valencia, donde debe estar.

La ambientación es muy cuidada. Francisco I responde a las características de sus retratos oficiales, con su recia barba y una cínica sonrisa. Doña Germana va vestida de turquesa, y se mueve con elegante gracilidad. Las crónicas la describen como robusta, más bien gorda, pero este ilustrador la ha imaginado escultural, con unos pechos proporcionados y una cintura ideal. Se deja llevar por el rey de Francia con la confianza de quienes eran viejos parientes y mira complacida a su real pareja.

Detrás de Francisco I, como vigilando disimuladamente la escena, está el duque de Calabria, don Fernando de Aragón. Hace que conversa con una dama, quizás la esposa del gobernador, pero observa a los danzantes quizás con un poco de envidia.

No olvidemos que don Fernando, legítimo heredero del trono de Sicilia, nunca fue rey, y en cambio tanto Germana como Francisco sí que lo fueron.

Detrás de Germana se encuentra otro caballero muy galante. Debe ser el gobernador Cabanilles, señor de Benisanó. Recordemos lo que pasó y el motivo de la presencia de Francisco I en Valencia.

Capturado en la batalla de Pavia en Italia, Carlos V ordenó que su enemigo el rey de Francia fuera trasladado a la península para retenerlo como rehén. Primero llegó a Barcelona, pero de los catalanes no se fiaba, pues en alguna ocasión los próceres del condado habían insinuado ponerse a las órdenes de a monarquía francesa. Por ello el Emperador quiso que el rey fuera a Valencia, y más concretamente al castillo de Xàtiva, que era la prisión real por excelencia. Desde el conde de Urgell cuando el compromiso de Caspe hasta el mismísimo duque de Calabria cuando su primo Fernando II temía por sus ambiciones, habían estado encerrados en aquella fortaleza.

La presencia en Valencia del rey de Francia fue un acontecimiento social. Los valencianos, especialmente sus clases dirigentes, no lo trataron como un enemigo, sino como un egregio huésped. El 29 de junio de 1525 desembarcó en el puerto, acudiendo los Jurados a las Atarazanas para homenajearlo.

La virreina Germana alegó que su esposo estaba un poco pachucho y no acudió al Grao. Seguramente fue una excusa, pues don Fernando era fuerte y sobrevivió a su esposa, casándose después con doña Mencia de Mendoza. Sin embargo las fiestas organizadas en el Palacio Real y en los actuales jardines de Viveros debieron ser fastuosas.

Jerónimo de Cabanilles, con una estrategia muy valenciana, en lugar de llevar al monarca francés a Xàtiva lo invitó a solazarse en su castillo de Benisanó, donde sus hijas lo dejaron en ridículo. El gobernador montó una gran fiesta en su castillo y el rey, al ver aparecer a las dos doncellas, quiso solazarse con ellas. Las dos mujeres se negaron a simpatizar con un rey extranjero, y además enemigo de su señor el Emperador. Fueron las dos únicas patriotas de la película.

Cabanilles, furioso por el desaire, las persiguió hasta sus habitaciones y las trajo arrastrándolas por los pelos ante su invitado el monarca, acusándolas de soberbias. Todo ello se puede ver en el escudo heráldico del castillo, que es toda una exaltación de la violencia de género, con las dos muchachas sujetas por la melena, como en los dibujos animados de la edad de piedra.

18 días estuvo Francisco I en Benisanó. Después el Emperador ordenó su traslado a Madrid, y pasando por Buñol y Requena, se fue a la capital. Siglos después el pintor Pinazo plasmó su llegada a Valencia en un famoso lienzo, que hasta ahora era la única representación gráfica de este episodio histórico.

Cheri Herouard, el mejor ilustrador francés de principios del siglo XX, también documentó esta aventura con esta delicada acuarela que ahora sale del anonimato. Herouard era el principal dibujante de la revista «La vie parisienne», que era como una revista «Playboy» del París de los años veinte, con páginas bellísimas donde destacaban las ilustraciones de mujeres despampanantes.

Por ello quizás doña Germana le salió tan guapa, con esa alegría juvenil que nos transmite bienestar. Es un bello recuerdo de nuestra reina más enérgica, represora feroz de los agermanats y al mismo tiempo mecenas renacentista y amante de las bellas artes.

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