Mujer de gran honestidad intelectual, delicada y respetuosa, y a la vez firme de convicciones en su compromiso social, magnífica profesora de historia del arte para varias generaciones de arquitectos que descubrieron el valor y la modernidad del patrimonio, pionera en tantos aspectos.

Una investigadora atenta a la historia, con un entusiasmo contagioso por la ciudad, sus entornos, y su arquitectura, defensora ante todo del tejido social que los habita. Comprometida con la causa de las mujeres. Esos son los rasgos más destacados de su atractiva personalidad.

Trini Simó representa, junto a otras personas, un importante referente para muchos colectivos que han luchado en las últimas décadas contra el expolio de nuestro patrimonio arquitectónico y natural. El primer «Manifest Ecologista del País Valencià», las grandes movilizaciones de los setenta a las que tanto debe nuestra ciudad, contra expolios e intentos privatizadores, más tarde con la aparición de la marca Salvem y sus casos más emblemáticos, casi todas han contado con el apoyo y el compromiso de Trini Simó.

Tanto en los oprobiosos tiempos del despilfarro, como en los posteriores de crisis „económica pero también social y ambiental„ ella ha venido uniendo su voz, como miembro del colectivo Terra Crítica, contra una cierta anestesia generalizada, y a favor de los grupos sociales más vulnerables.

Trini Simó se incorporó muy pronto al feminismo, que supuso un sorprendente síntoma del cambio social y cultural en nuestro país. Colaboró en distintas organizaciones que eran la expresión de una nueva mayoría de modernidad y progreso, en ruptura con la estrechez y la caspa del contexto cultural franquista, intentando enlazar con el ambiente radicalmente distinto de la Segunda República Española, sobre todo, en temas como la educación y el progreso en la dignidad de la mujer.

Buena conocedora de Simone de Beauvoir, Betty Friedan y Virginia Wolf, y seguidora de las publicaciones del nuevo feminismo de finales de los sesenta con María Aurelia Capmany, Lidia Falcón o Mary Nash. En 1975 Trini Simó ya está presente en las Jornadas por la Liberación de la Mujer que se celebran ilegalmente en Madrid.

En la fundación de la Asociación de Mujeres Universitarias de Valencia, Trini ejerció una presidencia benéfica. Porque, aunque tenía sus reservas con algunas de las derivas del feminismo radical, siempre apoyó y facilitó que fluyeran los debates, que fueron muchos e intensos. Tenía muy claro que no solo debíamos dar la batalla de la igualdad formal, de lo público, sino intentar que lo personal, los escenarios donde se producen en gran medida los juegos de la subordinación femenina, adquirieran una dimensión política. Siempre ha estado ahí opinando, denunciando, poniendo puntos y comas a una realidad social que rara vez ha sido generosa con las propuestas feministas, e interpelando a unos representantes políticos a los que ha habido que empujar desde la independencia y situándose decidida y radicalmente del lado de las mujeres.

En la universidad, en la calle, en la prensa, en sus reflexiones sobre la arquitectura, el urbanismo, el arte, Trini siempre presente con una voz que no ha cedido ni un milímetro a lo que ella llama «el orden de las cosas». Con su peculiar estilo, su «allure» y forma de estar en el mundo tan característica, tan moderna, tan alegre y hasta un pelín «gamberra». La hemeroteca puede dar testimonio de lo dicho.

Por todo ello, el miércoles pasado, en un salón Sorolla del Ateneo abarrotado, sus amigas feministas, las mujeres que han recibido su benéfica influencia, junto con otros amigos y amigas de muchos otros ámbitos, además de algunas de las nuevas autoridades políticas, le dimos las gracias con todo nuestro cariño y reconocimiento. Ella respondió como cabía esperar, atenta a la triste situación actual, condenando las intervenciones militares y preocupada por el devenir de las migraciones de todo tipo, en particular por los refugiados sirios.