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Arte evocador

Esplendor humano

El ocho de diciembre se cumple el aniversario de la recuperación del Apolo de Pinedo en aguas mediterráneas por cuatro submarinistas. Esta figura, un coloso de 150 kilos, es antecedente de la nueva figura que presenta Tormes.

Esplendor humano

La valenciana Stella Tormes acaba de presentar la escultura Humanae Gloriae, en latín, o Human Splendor, en inglés. Es una visión en bronce del dios Apolo en el siglo XXI. El atleta da un paso adelante con decisión y abre sus brazos en señal de esperanza. Quizás sea el mejor icono para la nueva etapa de renovación que necesitamos después del shock de los atentados y esa permanente violencia universal. Cuanto más duro sea el desafío, más valiente debe ser la actitud ante el futuro.

Stella es licenciada en Bellas Artes por la Universidad Politécnica, con cursos de restauración de antigüedades, diseño de interiores y organización de empresas. También ha estudiado alta cocina y música. Introdujo en Valencia la picto-escultura o fotografía en tres dimensiones.

El nuevo Apolo valenciano tiene su antecedente más remoto en el viejo Apolo de Pinedo que guarda el Museo de Prehistoria de la Diputación. Por estos días, el ocho de diciembre, se cumple el aniversario de su recuperación en aguas mediterráneas por cuatro submarinistas que en un principio creyeron haber hallado el cuerpo de un ahogado.

Ignacio Cuartero, Ramón Chichell, Joaquín García y Francisco García trabajaron duro para arrastrar hasta la orilla el coloso de 150 kilos. El profesor Fletcher lo identificó como Apolo Delphinios, inspirado en Demetrio de Mileto, y supuso que fue comprado por un rico hacendado valenciano para el jardín de su villa en el siglo II antes de Cristo.

Nunca llegó a su destino. El barco que lo transportaba debió naufragar y se hundió hasta que lo encontraron. Pero estaba cojo. Le faltaba la pierna derecha, que fue hallada después y sufrió percances rocambolescos hasta que pudo ser restituida a su lugar.

Apolo era un dios poderosísimo con muchas advocaciones, hijo de Zeus y Leto. Se ocupaba de temas tan dispares como la política, el arte o la salud humana, además de ser el maestro de las musas. En su moderna representación esplendorosa aparece como Apolo Febo, el dios del sol y de la Verdad, por eso abre sus manos como proyectando los rayos solares de la luz, igual que en la estatuilla de Helios de la ciudad turca de Antalya. La festividad del Sol Invictus se celebraba el 25 de diciembre, fecha que el cristianismo adaptó a su propio mito porque vio imposible erradicarla del calendario festivo popular.

En la rotonda de entrada a Pinedo, junto a la desembocadura nueva del río Turia, hay un Apolo que modeló el escultor dels Tres Camins Jaume Chornet. Copia exactamente el rescatado, exceptuando el tamaño para evitar un astuto cambiazo. Yo le hubiera añadido la lira que se supone que portaba, para darle más verosimilitud a su forzada postura, e incluso lo hubiera diseñado más grande, porque en la amplia rotonda queda pequeño.

Coincidiendo con la presentación del nuevo Apolo, en la rompedora galería Freezia Studio de la calle Cuba se exhibe la exposición «El paradigma de lo bello como reflejo de la trascendencia». Dos escultores, Roman Huzovskyy y Santi Bethencourt, revisan mitos. Santi recrea las fieras más terribles y Román unos guerreros lineales que al clasicismo griego suman elementos innegablemente íberos.

Si el Apolo esplendente tiene su antecedente en el Apolo pinediense, los titanes de Huzovskyy tiene como nutriente histórico el Guerrero de Moixent, seguramente con algo de los príncipes escitas de su país natal. Bethencourt, por su parte, presenta unos monstruos que rememoran los mitos dragónicos, todos ellos con materiales reciclados. Bonita conjunción en esta galería dirigida por una mexicana, Cristiana López Palacios, y un rumano, Andrei Bunacio. La multiculturalidad es ya esencia del globalizado barrio de Russafa.

Globalicemos pues el «Esplendor humano» del Apolo de los brazos abiertos y confiemos en su simbolismo positivo. El día en que refulja su ideal de paz y progreso, más que humano, habremos alcanzado un esplendor divino.

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