«La ciudad mejor iluminada de Europa», proclamaba el orgulloso gobierno del PP durante su largo mandato de 24 años. «La urbe con mayor contaminación lumínica del viejo continente», le reprochaban quienes hoy gobiernan apoyados con datos científicos irrefutables. Estética y sostenibilidad han estado reñidos durante demasiado tiempo en Valencia, pero en este nuevo mandato el tripartito apuesta por el cuidado del medio ambiente y el ahorro energético. El concejal de Gobierno Interior y responsable del alumbrado del cap i casal, Sergi Campillo, ha elaborado su particular lista negra de farolas que no cumplen con la normativa que fijó un Real Decreto de 2008. Básicamente, se prohíbe desde entonces el uso de luminarias que proyecten la luz hacia arriba y, lamentablemente, Valencia tienen miles con ese problema.

La ciudad cuenta en total con 106.974 puntos de luz, de los cuales 57.225 se encuentran en la zona norte „el Jardí del Túria es el separador natural„ y otros 49.749 se ubican en la zona sur. Tras los años de gobierno del PP, que contó con una concejalía específica de alumbrado público con un gasto millonario anual en la instalación de nuevas luminarias, el cap i casal ha pasado a tener en sus calles más de 50 tipos diferentes de farolas, con especial querencia por aquellas de estética decimonónica.

«Exposición», «Valencia», «Moratín» y «Fernando VII» son los nombres con con los que se conocen algunos de los 50 tipos de farolas que iluminan las calles, plazas, monumentos, bulevares y zonas deportivas de la ciudad. Hasta 6.000 euros se gastó el ayuntamiento gobernado por Rita Barberá en recrear los modelos decimonónicos. La farola «Exposición» llegó a costar 10.312 euros, aunque el dudoso récord lo tiene la San Sebastián, que costaron por unidad 12.634 euros y se ubicaron en el puente del Ángel Custodio.

Precisamente estas últimas están en el punto de mira del nuevo equipo de gobierno, ya que los «globos» de sus luminarias son de los que más contaminan. «Buscaríamos una solución satisfactoria entre todos para sustituir las luminarias, pero una posible propuesta sería poner una de estilo barroco como por ejemplo las del «Fernandino» que están en la plaza Manises, con la instalación de una placa de leds y con cristal transparente», explica el concejal Sergi Campillo.

Pero sin duda alguna, el gran objetivo es terminar con los populares «chupa-chups», aquellas farolas que pueblan el Jardín del Túria. En total existen 6.500 puntos de luz de estas características en la ciudad. «Se cambiarán por una farola pequeña del tipo 'Campanar' como las que se van a instalar en el paseo de la playa de Pinedo. Son luminarias que están enfocadas hacia tierra y no emiten hacia el hemisferio superior», recalca el regidor de Compromís.

Otro de los objetivos es terminar con las farolas duplicadas. «Estamos ahora haciendo un estudio para analizar si hay exceso de luz a algunas calles. El estudio está muy avanzado pero no completado todavía. Pero una posibilidad es acabar con duplicidades y de hecho, en algunos tramos ya se hizo, como la calle del botánico Cavanilles, una medida que ya había implementado el anterior el equipo de gobierno», recuerda Campillo.