Los colores más utilizados históricamente en Ciutat Vella han sido el albín, la almagra, el añil o índigo, el bermellón, el bol, el carmín, el minio, el ocre, el oropimente, el albayalde o el carbón vegetal. En la restauración de monumentos se suele ser respetuoso con los colores oríginales, más que en la edificación

privada.