¿Cómo se vería en nuestro entorno esos matrimonios amañados entre familias en los que se decide el futuro vital de los contrayentes sin que a éstos se les permita pronunciarse?

Algo muy similar está ocurriendo con los centros comerciales en nuestra ciudad. Al apasionante debate para decidir la suerte de los centros comerciales (sí, ese es el debate) el ayuntamiento ha convocado para requerir opinión a federaciones de comercio y cámaras, a grande, mediano y pequeño comercio, a consumidores, sindicatos, amas de casa? acaso no sobre nadie pero, ¿no es un coscorrón al sentido común que se excluya a los centros comerciales?

No es hiperbólico afirmar que lo que el recién creado Consejo Local de Comercio debe consensuar en estas dos últimas semanas del año es, en la pura praxis, la condena o absolución de los centros comerciales de la ciudad, aunque el debate se disfrace con lemas como «modelo de comercio, modelo de ciudad» u otros parecidos.

Ciertamente no hace falta más que echar un vistazo a las 5 zonas (ZGAT) que pretenden cercenarse para concluir que la mayoría de ellas se configuran en torno a uno o varios centros comerciales. Esto no es casual, en las nuevas zonas de la ciudad donde los espacios comunes de las manzanas de viviendas no permiten bajos comerciales, el necesario sustento comercial del barrio se concentra en manzanas terciarias; esto es, en centros comerciales. Y ahora que estos barrios han tomado el hábito de acudir masivamente los domingos a los centros comerciales (los datos de afluencias son incontestables), se pretende retroceder un derecho, si se puede llamar así a esta pequeña «victoria vecinal»; y todos sabemos cómo reaccionamos, con el garantismo instalado en nuestros corazones, cuando se nos priva de algo de lo que ya gozábamos.

Creo que ninguneando a la Asociación Española de Centros Comerciales (vale decir a los centros comerciales, pues representamos al 100 % de los centros de la ciudad), no invitándola siquiera a formar parte del Consejo Local de Comercio, se ha perdido una gran oportunidad. Efectivamente nuestro carácter «mestizo», pues reunimos asociados tanto de las grandes superficies como del pequeño comercio, nos permite jugar un papel bisagra entre los postulados de los unos y los otros. No nos cansaremos de repetir que nosotros, los centros comerciales, no competimos con nadie, pues no vendemos leche o ropa. Solo somos un marco, una nueva alternativa, moderna y eficaz que mucho pequeño comercio ha elegido para crecer.

Y sí, efectivamente, estamos a favor de las aperturas en domingo, porque además hemos comprobado en nuestras propias carnes que son buenas para todos (grande y pequeño comercio, consumidores?) y que el reto es conciliar esta realidad con el disfrute familiar y otros valores esenciales, ahí sí nos encontrarán.

En fin, nuestro alcalde gusta de llamar Casa del Pueblo al ayuntamiento; a mí me parece acertado, nos permite acercarnos con menos reparos a ese enorme edificio ahora que resulta tan accesible. Esperemos que en este nuevo Consejo Local de Comercio, como una pieza más de esa gran casa de nuestro pueblo, suenen de verdad todas las voces de los que en él habitamos.