Que todos los grupos políticos municipales se pongan de acuerdo, que se reúnan en una mesa, que firmen una declaración de intenciones y que lo refrenden con un aplauso tiene su mérito, conociendo las habituales divergencias entre los representantes de los ciudadanos. Cierto es que el que no saliera en la foto quedaba retratado, valga la paradoja, porque el motivo no era otro que firmar una declaración de intenciones para dar un impulso a la Ciudad del Artista Fallero, tanto al grupo de viviendas como, sobre todo, a los talleres. Y así se hizo.

Eso sí, el consenso no evitaba que cada uno arrimara un poco la cuestión a sus intereses o a su concurso de méritos. Así, nadie duda a estas alturas que de quien ha partido la iniciativa es de Ciudadanos, cuyo portavoz Fernando Giner fue quien se puso las pilas, se reunió con el Gremio de Artistas y empezó a trazar las líneas básicas del decálogo ayer multiaceptado. Pero todos los demás no dejaron de recordar «su parte». Así, Joan Ribó recordó que esta revitalización estaba en su programa electoral y el portavoz de Compromís Pere Fuset recordó que «el acuerdo se une a la moción impulsora que el gobierno municipal aprobó el pasado verano para proteger los usos de las naves de la Ciudad del Artista Fallero».

Joan Calabuig recordó, en nombre de los socialistas, que «hemos sido nosotros los que hemos impulsado iniciativas, como la declaración de Patrimonio de la Humanidad o la de validar el Ciclo de Formación Profesional de Artista Fallero

Y Alfonso Novo, del Partido Popular, lanzaba la «chinita» al asegurar que el interés por la Ciudad del Artista Fallero «antes no todos lo percibían igual de claro que ahora, mientras que nosotros, en el Plan General, ya lo contemplábamos desde la ampliación de usos a las mejoras de movilidad y accesibilidad». Ni Jordi Peris, ni su partido (Valencia en Comú) tienen antecedentes, pero destacó la oportunidad que supone el acuerdo para «poner en valor la capacidad de innovación de los profesionales y explotarla»

El futuro del acuerdo (un «acuerdo histórico» para Fernando Giner) pasa por cumplir unos puntos bastante sencillos del decálogo (señalización, inclusión del bus turístic, información para cruceros...), pero otros mucho más complicados para que la foto no pase de ser más que una imagen sin contenido. «Esto va a requerir mucha transversalidad, pero el resultado puede ser el alargamiento de la temporada de fallas, algo que beneficiará a todo sl sector, tanto turística como laboralmente» aseguraba Ribó. No en vano, además del espacio profesional, se cuenta con que una nueva Ciudad del Artista Fallero sea un foco turístico, en el que poder hacer una visita museística y poder adquirir material artesano.

Y falta la ubicación del Museo

Un eje al que sólo le faltaría el Museo Fallero, el de piezas indultadas por votación popular, que el alcalde reconoce que es un «no museo, sino un simple almacén y es, sin embargo, el segundo más visitado de la ciudad», y cuya ubicación en Monteolivete parece, en gran medida, amortizada.

Pero el verdadero reto es cumplir el más importante y el más caro: la creación de un Distrito Cultural, que pasa por el saneamiento completo de los actuales talleres y, a la larga, la construcción de una segunda fase, los solares que hay junto a las naves y que son de propiedad municipal tras una permuta realizada en su momento con el Valencia CF. Fernando Giner recordaba que «hay trescientos millones del presupuesto por destinar. Si no ponemos de nuestra parte, la foto, efectivamente, puede quedarse en una foto y estará en nuestro debe».

La lógica de los acontecimientos marca, según reconocía el vicepresidente del gremio, Joaquín Esteve, «que todo ese espacio lo sea de trabajo artesanal. Si hay naves y tienen un precio razonable, el artista faldero puede estar en condiciones de venirse nuevamente aquí, pero siempre y cuando las condiciones se den. De la misma manera que los artistas que somos propietarios podríamos, llegado ese momento y cuando ya dejemos de trabajar, poder alquilarlas o venderlas a otros compañeros». Para ello, la solución pasa, sin muchos más márgenes, por una acción social que permita a los artistas, como en su día le pasó a las comisiones de falla, poder disfrutar de unas condiciones de crédito negociadas y especialmente blandas „el bolsillo del artista fallero no permite ahora mismo inversiones grandes„. Sólo con naves modernas y con las que están en pie debidamente actualizadas se puede soñar medianamente con un espacio profesional de primer orden, en el que la construcción de fallas sea tan sólo una parte, incluso menor, de la labor de los profesionales, donde canalizar pedidos y materializarlos.

Ayer eran muchos los artistas falleros que acudieron al ayuntamiento. Tanto dueños de naves en Benicalap como los que trabajan en polígonos de otras poblaciones. Su futuro se juega ahora.