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La trastienda

El año más freak

El año más freak

Ha sido 2015 un año convulso y cargado. Un año de tensión, política y social, con dos llamadas a las urnas con distintos objetivos pero llenas de simbolismo y necesidad. Han sido meses de cambios, de debates, de compromiso ciudadano. Posiblemente el año donde la gente ha podido descubrir su importancia en todo este puzzle que es, en definitiva, la sociedad. Promesas, incertidumbres, desafíos y, sobre todo, anécdotas.

Con la inmediatez a la que vemos sometida la información hoy en día, tendemos a no dilucidar y a ser más bien desmemoriados, pero hay una serie de cuestiones, sucedidas todas ellas en nuestra ciudad, que encajan en el paquete de lo eternamente inolvidable, sin necesidad de ponernos especialmente serios.

Andaba la gente esperando una de esas ceremonias falleras importantes en la agenda, pasando en la calle un frío de mil demonios, aguardando el ansiado momento, cuando la alcaldesa de todos los valencianos soltó aquello del caloret. Un término que los entendidos continúan apoyando o poniendo en duda, según sea la fuente consultada.

Curioso, en todo caso, pero no tan preocupante como todo el discurso en sí mismo, que, analizado punto por punto, frase por frase, todavía hoy destaca por su carencia de sentido, con términos inventados sobre la marcha que quedarán para siempre en los anales del surrealismo. Como el sketch en sí mismo, que Youtube se encargó de propagar como la pólvora y de inmortalizar, traspasando nuestras propias fronteras locales, regionales y estatales. Como suele ocurrir en estos tiempos, el merchandising no se hizo esperar, y a las pocas horas ya había camisetas, tazas, abanicos, pines, chapas y un sinfín de artículos consolidando la marca. Con un par. Un dato. A los pocos días de la invocación a ese clima, bautizado o consolidado aquella noche y que todos los valencianos tan bien conocemos, hizo su aparición la primera ola de calor, tan inesperada como extraña por el periodo del año en el que nos encontrábamos. Ahí lo dejo.

Cuando creíamos haberlo visto todo, y en otro gran momento de 2015, llegó la sorpresa a pocos metros de la entrada de la Ciudad de la Justicia. Llamado a declarar y con toda la prensa al acecho, acudía al lugar de autos Marcos Benavent, que, ataviado con una estética mezcla entre Easy Rider, un capítulo de Cuéntame y el hipsterismo más surrealista, aseguraba ante los micrófonos haber pasado de yonki del dinero a adicto a la naturaleza, hablando de chacras, humanidad y paz.

Por supuesto, nada del «pastón» que presuntamente se había apropiado, motivo por el que le habían citado. Nada quedaba ya de aquel hombre trajeado y elegante que conocíamos, que parecía haber mutado hacia algo que, hoy todavía, no se sabe bien qué es. La famosa foto no se hizo esperar, y Facebook y Twitter hervían con la imagen de lo ocurrido. Ida de olla o estrategia. Esperpento, en todo caso.

Este 2015 ha dado para mucho, pero en el ranking de situaciones surrealistas quedará en lo más alto de la tabla. Expectantes estamos ante lo que puede venir, que, solo por antecedentes, promete y mucho. Una pena que Berlanga ya no esté entre nosotros: se habría divertido de lo lindo con todo este material, idóneo para su mundo cinematográfico de sátira y crítica político-social que tanto gustaba. Aunque, por desgracia, no podría decir, ante estas destacadas escenas, que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

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